La igualdad de géneros es una revolución que no tiene fin, ha llegado a muchas esferas tanto de lo personal como de lo social, laboral y familiar. En la sexualidad, como no podía ser de otra manera, las voces femeninas se alzaron hace tiempo para reivindicar su derecho al placer y a obtener un orgasmo que no fuera patrimonio exclusivo de la población masculina. Se dejaba claro que ambos, hombre y mujer, están perfectamente dotados y capacitados tanto para disfrutar equitativamente de los juegos amorosos como para poder llegar a la cima sexual. Mas la cuestión es ¿pueden hacerlo por el mismo camino, ¿a la misma velocidad?, ¿y una vez que lo consiguen, la experiencia orgásmica es similar o tiene sus matices?.
Un estudio reciente de la Universidad de Groningen ha constatado que existen diferencias significativas en la actividad cerebral durante el orgasmo masculino y el femenino. Tanto varones como féminas relajan las áreas del cerebro asociadas con la ansiedad y el miedo (la amígdala) al llegar al culmen del placer. No obstante, los investigadores han encontrado que en el orgasmo masculino, el cerebro se centra más en los estímulos sensoriales de los genitales que en el orgasmo femenino. Esto tiene fácil explicación si tenemos en cuenta que en los hombres la culminación de la respuesta sexual suele conseguirse en la mayoría de las ocasiones por la estimulación directa del pene.
El orgasmo que se concreta en contracciones de las estructuras pélvicas y genitales (con una duración, cada contracción, de ocho décimas de segundo en ambos sexos) viene desencadenado junto a la liberación de una hormona llamada oxitocina tanto en hombres como en mujeres. En ellos se contraen los conductos deferentes, las vesículas seminales y los músculos que rodean a la próstata, y en ellas se contraen, principalmente, los músculos que rodean a la vagina (y parcialmente el útero). Por eso, la respuesta externa y observable en unos y otras es similar, salvo la notable diferencia que aportan los hombres al eyacular visiblemente (aunque también existe la eyaculación femenina).
En el orgasmo del varón como en el de las damas, la interpretación que haga el individuo de esas sensaciones fisiológicas es parte esencial de la experiencia placentera, la cual dependerá. del cansancio, el estrés, la capacidad para concentrarse en el “aquí y el ahora”, la educación y los valores, etc. De ahí que no sea tan sorprendente encontrar que incluso en las formas de describir sus orgasmos ambos sexos no difieren significativamente. En este sentido se han hecho experimentos en los que se piden a hombres y mujeres que describan por escrito sus orgasmos. Después, los investigadores sustituyen las palabras identificadoras de género por otras neutras (pene, vagina o clítoris por genitales; esposo o esposa por cónyuge, amante, etc.) y entregan esas descripciones a varios evaluadores de ambos sexos entre los que hay ginecólogos, psicólogos y estudiantes de medicina. El resultado es que ninguno de ellos ha sido capaz de identificar el sexo de la persona que describía su orgasmo con una frecuencia distinta a la que cabría esperar por azar. Esto demuestra que la vivencia subjetiva del orgasmo masculino y del femenino no se expresa verbalmente de un modo tan dispar.
En lo que sí se han hallado discrepancias es en el periodo refractario (espacio de tiempo que transcurre entre un orgasmo y otro). Esto en las féminas es casi inexistente en cualquier etapa de su vida, pues una mujer que alcanza el orgasmo y continúa siendo estimulada sexualmente puede llegar a tener un segundo orgasmo de manera casi inmediata, y luego un tercero, etc. Este hecho depende de múltiples variables como el tipo de estimulación , el estado anímico y la predisposición de la protagonista. En su análogo masculino este periodo es de duración variable según la edad y la práctica en el arte amatorio. En plena adolescencia, por ejemplo, puede ser de apenas dos minutos, en la década de los sesenta puede durar varias horas, o días.
En general, se sabe que el varón tiene orgasmos más cortos que los de su compañera, y es más difícil (pero no imposible) que pueda conseguir varios orgasmos consecutivos. Habitualmente, los hombres no son popularmente conocidos por disfrutar de multi-orgasmos, ya que a diferencia de las mujeres después de eyacular atraviesan por el antes mencionado periodo refractario. Pero esto es relativo, porque el reposo obligado en la respuesta sexual masculina no es un fenómeno postorgásmico, sino que se asocia más bien a la eyaculación (y está en relación directa con la edad del sujeto e inversa con la habilidad de la pareja), de lo que se deduce que efectivamente algunos hombres también son capaces de experimentar orgasmos múltiples antes de eyacular. Esto se entiende bien si matizamos que eyaculación y orgasmo son dos procesos diferentes, que pueden darse unidos o por separado. Es perfectamente posible, como os comentábamos en un artículo anterior, tener orgasmos sin eyaculación (se conocen por orgasmos secos).
Luego, aunque todos hayamos oído lo de que el orgasmo masculino es más intenso y extenuante, frente al femenino que es más difuso, suave y prolongado, parece ser que hay más razones para pensar que no existe un orgasmo distinto según el género al que se pertenezca, sino que tanto unos como otras experimentan el mismo tipo de vivencia placentera, y sus orgasmos están ocasionados fisiológicamente por los mismos patrones bioquímicos y hormonales.
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