viernes, 14 de febrero de 2014

¿Cual es la diferencia entre sexo normal y sexo tántrico?



Hay dos tipos de clímax, dos tipos de orgasmo. Uno ya lo conoces. Llegas a la cúspide de la excitación y no puedes ir más lejos: ha llegado el final. La excitación alcanza un punto donde ya no es voluntaria. La energía te invade y sale. Te descargas, te aligeras. Expulsas la carga; puedes relajarte y dormir. Lo estás usando como si fuese un tranquilizante. 

Tu acto sexual y el acto sexual tántrico son básicamente diferentes. Tu acto sexual es para descargar; es como un buen estornudo. Expulsas la energía y aligeras el peso. Es destructivo, no es creativo. Es bueno, es terapéutico. Te ayuda a relajarte, pero nada más. 

El acto sexual tántrico es, básicamente, diametralmente opuesto y diferente. No se hace para descargar. Se hace para permanecer en el acto sin eyacular, sin expulsar toda la energía; para fundirse en el acto: al principio del acto, no al final. Esto transforma la cualidad, en conjunto, la cualidad es diferente. Intenta comprender estas dos cosas. 

Hay dos tipos de clímax, dos tipos de orgasmo. Uno ya lo conoces. Llegas a la cúspide de la excitación y no puedes ir más lejos: ha llegado el final. La excitación alcanza un punto donde ya no es voluntaria. La energía te invade y sale. Te descargas, te aligeras. Expulsas la carga; puedes relajarte y dormir. Lo estás usando como si fuese un tranquilizante. 

Es un tranquilizante natural: le seguirá un buen descanso, siempre que tu mente no esté agobiada por la religión. En ese caso, se destruye incluso el efecto tranquilizante. Si tu mente no está agobiada por la religión, el sexo podrá ser tranquilizante. Si te siente s culpable, hasta tu sueño se alterará. Te sentirás deprimido, empezarás a descalificarte y a jurar que ya no volverás a gozar. Después tu sueño se convertirá en una pesadilla. Si eres un ser natural y no estás demasiado agobiado por la religión y la moralidad, entonces podrás usar el sexo como un tranquilizante. Este es un tipo de orgasmo: llegar a la cúspide de la excitación. 

El tantra se basa en otro tipo de orgasmo. Si llamamos al primero un orgasmo cúspide, el orgasmo tántrico se podrá llamar orgasmo valle. En él no llegas a la cúspide de la excitación sino al valle más profundo de la relajación. Al principio, la excitación es necesaria para ambos. Por eso digo que al principio son iguales pero los finales son completamente diferentes. 

La excitación se usa para ambos: tanto si vas a la cúspide de la excitación como si vas al valle de la relajación. Para el primero, la excitación tiene que ser intensa, cada vez más intensa. Tienes que desarrollarte en él, tienes que ayudarlo a crecer hasta la cúspide. En el segundo, la excitación sólo es el principio. Después, una vez que el hombre ha penetrado, el amante y la amada se pueden relajar. No es necesario hacer ningún movimiento. Se pueden relajar en un abrazo cariñoso. Si el hombre o la mujer sienten que se va a perder la erección, sólo entonces se precisa movimiento. Pero después te vuelves a relajar. Puedes prolongar este profundo abrazo durante horas sin eyacular, y después los dos podéis dormir juntos profundamente. Esto -esto- es un orgasmo valle. Los dos están relajados y se encuentran dos seres relajados. 

En el orgasmo sexual corriente se encuentran dos seres excitados, tensos, llenos de excitación, intentando descargarse. El orgasmo sexual corriente parece una locura; el orgasmo tántrico es una meditación profunda, relajante. Quizá no os hayáis dado cuenta pero el hecho de que el hombre y la mujer sean fuerzas opuestas es biológico, bioenergético. Negativo-positivo, ying-yang o como quieras llamarlo, se excitan el uno al otro. Y cuando se encuentran en una meditación profunda se revitalizan. Ambos se revitalizan, se vuelven generadores, se sienten más vivos, están radiantes de nueva energía y no se pierde nada. Basta con encontrarte con el polo opuesto para que la energía se renueve. 

El acto sexual tántrico se puede repetir todas las veces que quieras. El acto sexual corriente no se puede repetir todas las veces que quieras porque pierdes energía, y tu cuerpo tendrá que esperar para volver a recuperarla. Y cuando la recuperes, la volverás a perder. Parece absurdo. Desperdiciar toda la vida en ganarla y perderla, ganarla y perderla: es como una obsesión. Lo segundo que hay que tener en cuenta es que tal vez lo hayas observado o tal vez no pero si te fijas, los animales nunca disfrutan del sexo. No disfrutan durante el coito. Fijaos en los babuinos, los monos, los perros o cualquier tipo de animal. Durante el acto sexual no están felices ni disfrutando, ¡no lo parece! Parece más un acto mecánico; es como si una fuerza natural les impulsara a hacerlo. Si alguna vez has visto a los monos durante el coito habrás visto que al terminar se separan. Si te fijas en sus caras no están extáticos, es como si no hubiese sucedido nada. Cuando la energía lo requiere, cuando es excesiva, la expulsan. El acto sexual corriente es exactamente así, pero los moralistas han estado diciendo lo contrario. Dicen: «No te abandones, no “disfrutes”.» Dicen: «Esto es lo que hacen los animales.» ¡No es cierto! Los animales jamás disfrutan; sólo el hombre puede disfrutar. Y cuanto más profundamente puedas disfrutar, más elevada será la humanidad resultante. Si tu acto sexual se puede convertir en un acto meditativo, extático, alcanzarás lo más elevado. Pero no te olvides del tantra: es un orgasmo valle, no una experiencia cumbre. ¡Es una experiencia valle! 

En Occidente, Abraham Maslow ha hecho muy famoso el término experiencia cumbre. Vas hacia la cumbre a través de la excitación y después caes. Por eso sientes una caída después del acto sexual. Es natural: estás cayéndote desde la cumbre. Jamás sentirás eso después de una experiencia de amor tántrico. Entonces no caerás. No puedes caerte porque estás en el valle, mejor dicho, estás ascendiendo. 

Después de un acto sexual tántrico, no has caído sino que has ascendido. Te sientes cargado de energía, más vital, más vivo, radiante. Ese éxtasis puede durar horas, incluso días. Sólo depende de la profundidad con que lo hayas realizado. Si empiezas a practicarlo, antes o después te darás cuenta que la eyaculación es una pérdida de energía. No es necesaria, a menos que necesites tener niños. Y con un acto sexual tántrico te sentirás profundamente relajado durante todo el día. Basta una sola experiencia tántrica para que te sientas relajado durante varios días, cómodo, en casa, no violento, no enfadado, no deprimido. 

Una persona así no puede ser un peligro para los demás. Si puede, ayudará a los demás a ser felices. Si no puede, al menos no hará infeliz a nadie. Solamente el tantra puede crear un nuevo hombre, y entonces crecerá el hombre que pueda conocer la eternidad, el no egocentrismo y la no dualidad con la existencia.

Publicado en: Sexlecciones
 

jueves, 13 de febrero de 2014

Merrymount: La colonia de la alegria




Los rumores del escándalo se diseminaron por Merrymount, incluyendo acusaciones de que se producían encuentros sexuales inmorales con mujeres nativas durante lo que se interpretaba como orgías paganas emborrachadas en honor de Baco y Afrodita. O como escribió con horror el gobernador puritano William Bradford en su historia Of Plymouth Plantation: "Ellos ... plantaron un May-pole, bebiendo y bailando a su alrededor juntos durante muchos días, invitando a las mujeres indígenas, a guisa de consortes, bailando y rozándose mutuamente y prácticas aún cosas más terribles. Como si hubieran revivido las fiestas de la diosa romana Flora, o las prácticas bestiales de las desenfrenadas Bacanales." En honor a la verdad Morton se había limitado a transplantar el May Day tradicional del West Country a la colonia, y combinarlo con un mito clásico apropiado, adobado de acuerdo a sus propios gustos libertinos, y potenciado por el entusiasmo de sus compañeros colonizados recientemente liberados.

Más información sobre el tema en: Wikipedia en ingles 
 

"El clítoris y sus secretos"

viernes, 7 de febrero de 2014

Fantasías sensuales




Las fantasías sexuales son representaciones mentales creadas por el inconsciente teniendo como tema principal las relaciones sexuales. Freud las definió como "representaciones no destinadas a ejecutarse". Se producen de forma voluntaria o involuntaria en nuestra mente. Si bien las fantasías sexuales son poco comentadas con otras personas, o no mencionadas en absoluto, son bastante comunes. Éstas comienzan con la pubertad y suelen acompañar al ser humano durante toda su existencia. A pesar de la popular creencia de que el varón es el que tienen mayor actividad sexual y por consiguiente más fantasías sexuales, se ha probado que hombre y mujeres fantasean al mismo nivel, solo que en diferente forma. Al encontrarse en nuestra imaginación, las fantasías sexuales pueden perder el efecto estimulante que tienen en caso de llevarse a la práctica.

sábado, 1 de febrero de 2014

Cuántas parejas has de tener antes de sentar la cabeza




Irse de picos pardos, monear, coquetear, ponerse el mundo por montera, ser un pendón, un juerguista, ir de cama en cama, de flor en flor, de puerto en puerto. Locuras, delirios, travesuras, escarceos de la juventud. Todos esos términos podrían traducir, según el contexto, lo que en inglés se dice to sow one wild’s oats, expresión que hace referencia a los comportamientos impulsivos y promiscuos que se adoptan en la juventud antes de sentar la cabeza.  

Douglas T. Kenrick, profesor de psicología social en la Arizona State University, reflexiona sobre los distintos matices que esta actitud ha ido tomando a lo largo de los años, a raíz de un artículo publicado recientemente en Personal Relationships. 

¿Un cumplido o un insulto? 

Efectivamente, cabe preguntarse si esa actitud juvenil suele ser referida como algo positivo o negativo. Kenrick, a partir del citado artículo elaborado por Dean M. Busby, observa cómo inicialmente esas expresiones tenían una connotación negativa. Cabe añadir que, al menos en España, era mucho más negativa si se hablaba de mujeres que si se hablaba de hombres. Pero, en general, andar por ahí de picos pardos, de una cosa a la otra, en un constante picoteo juvenil no auguraba nada bueno: o bien eras fulana o no eras un hombre de provecho. 

No obstante, Kenrick apunta que el comportamiento se vislumbra de manera positiva, ya que se considera casi necesario para la juventud el disfrutar de una cierta promiscuidad y de comportamientos impulsivos y hedonistas antes de sentar la cabeza y adquirir responsabilidades y compromisos adultos. 

Dos visiones psicológicas 

Busby y sus compañeros señalan lo que resume Kenrick como dos interpretaciones distintas, dos teorías psicológicas opuestas sobre los efectos de la promiscuidad premarital. 

Por un lado, se considera que la experiencia sexual previa es útil, ya que los encuentros anteriores le otorgan a la pareja un marco de referencia según el cual juzgar la compatibilidad entre ambos. Por otro lado, se observa que las relaciones estables son mejores cuando hay exclusividad sexual. Se ve a estas personas más capaces de basar su compromiso en la valoración cuidadosa de su compenetración con la otra persona, en lugar de verse influidos por el cóctel hormonal que suele acompañar al sexo. 

Para probarlo, los investigadores recopilaron datos de 2.659 personas que respondieron a diferentes preguntas sobre su edad, su educación, su religiosidad y la duración, la estabilidad y la satisfacción de su relación vigente. Además, unificaron todos estos aspectos bajo una pregunta que ellos consideraban clave: “¿Con cuánta gente has tenido relaciones sexuales hasta la fecha, incluyendo tu pareja actual?”. 

Según los resultados, un mayor número de parejas sexuales implicaba relaciones menos estables y también menos satisfactorias. 

Posibles interpretaciones 

Hay varias explicaciones plausibles para estos resultados, explica Kenrick. Se puede considerar, simplemente, que la promiscuidad es directamente nociva para una relación estable. Las relaciones cortas pueden llevarnos a sobrevalorar los placeres sexuales, que suelen ser más intensos en la fase inicial. O quizás pueden hacernos pensar que encontrar a otra pareja será sencillo, por lo que abandonamos en cuanto la cosa se pone complicada. No obstante, no es ésta la única interpretación posible. 

La personalidad, por supuesto, también influye. Normalmente, alguien que ha tenido muchas experiencias sexuales es más extrovertido o simplemente más atractivo para el sexo contrario que alguien que ha sido menos promiscuo. Las habilidades sociales, la seguridad, la capacidad para socializar… Todo ello influye, y poco tiene que ver con una concepción más o menos ética de si “irse de picos pardos” está bien o está mal. Es decir, en muchas ocasiones quien no ha sido promiscuo no lo ha sido porque no ha podido (por su carácter, por su situación), no porque no haya querido. Del mismo modo, hay quien pudiendo no se ha visto atraído por la constante sustitución de sus interlocutores sexuales y, aunque las imposiciones sociales nos digan lo contrario, tampoco parece que haya nada malo en no tener sexo si a uno no le apetece. 

También alude Kenrick al hecho de que puede haber gente que tenga numerosas parejas debido a que nadie se quede enganchado a ellos, y en tal caso la promiscuidad es más una maldición que un comportamiento buscado. 

En general, Kenrick considera que el número de parejas previas a la relación actual tiene muy poca influencia en ésta. La satisfacción y la estabilidad de una relación depende más de la personalidad, la situación, los objetivos de ambas personas… que de cómo se hayan desenvuelto éstas en relaciones previas (lo cual dice, a menudo, muy poco de cómo es uno realmente: recordemos que el sexo es cada vez más social y que no hay quien no actúe en parte movido por la presión de sus pares). No parece raro que la conclusión no se desprenda directamente de los resultados del sondeo porque, precisamente porque la promiscuidad es vista como algo a veces negativo y a veces positivo, ¡cuántos de los encuestados no sumarían o restarían participantes a su lista –¿la llevarán escrita en la cartera?— de pasados amantes!

Escrito por: Marta Jiménez Serrano y publicado en: El Confidencial