jueves, 23 de septiembre de 2010

Sexo tántrico (Pelicula: "No mires para abajo")


No mires para abajo - Trailer from Ramiro on Vimeo.



Pelicula de cine por Filmtrailer.com

Una buena aproximación a lo que es el sexo tántrico desde un punto de vista occidental, bueno al fin y al cabo los argentinos dicen que son casi europeos ¿no? es la pelicula de Elíseo Subiela: "No mires para abajo". Como es un material que podeis pedir en cualquier videoclub o adquirirla en tiendas especializadas en cine o por internet os puede ser más útil para entender las posibilidades que tiene la sexología con respecto al tantrismo que las palizas que os meto en las entradas del blog. Entre otras cosas a destacar tiene una muy interesante relación entre el sexo como erotismo y la muerte. Ya habréis oido hablar de la relación "Eros y Thanathos". La muerte y el sexo van unidos porque lo que se empeña en destruir la primera lo reconstruye la segunda y eso es en gran parte la clave de la existencia. Contado en un lenguaje cinematográfico cuidado puede ser una agradable experiencia y quizás tambien una recomendable herramienta de trabajo.


La coproducción francoargentina No mires para abajo (2008), dirigida por Eliseo Subiela, autor conocido sobre todo por sus adaptaciones a la pantalla del mundo poético de Oliverio Girondo: El lado oscuro del corazón (1992) y El lado oscuro del corazón 2 (2001), protagonizadas por el hoy ya popular Darío Grandinetti. Con No mires para abajo, Subiela se adentra, con su particular imaginería onírica, en el sexo tántrico, que preconiza el orgasmo seco de los hombres (sin eyacular).

El joven Eloy (Leando Stivelman) se vuelve sonámbulo a la muerte de su padre. Una noche sale al tejado en tal estado y comienza a recorrer las azoteas vecinas, cayendo por un vano a la cama de Elvira (Antonella Costa), que vive junto a su mística abuela. A partir de este encuentro fortuito -el destino, que dirían otros- Eloy y Elvira comienzan a mantener relaciones sexuales, pero no de forma convencional, sino a través de las técnicas tántricas con las que se pretende ir más allá de lo puramente carnal para profundizar en el espíritu. Elvira se convierte así en maestra del joven, que accederá a los deseos de la mujer… Para Eliseo Subiela, “La síntesis de la intención ideológica del film está en el texto de André Breton con que se inicia la película, condensada en la certeza de que “a Eros incumbe restablecer el equilibrio en estos tiempos roto en provecho de la muerte…”. La idea era contar una historia de amor muy simple, una “aventura iniciática”, que sirviera de marco para transmitir ese mensaje a favor de Eros, en contra de la grosería y la perversión que hoy tiñe a la mayoría de los mensajes que reciben los jóvenes con respecto a las relaciones sexuales. En el lanzamiento utilizamos una frase que para mí resume la intención última de la película: “Para aprender a hacer el amor como Dios manda””. Con respecto a la línea que separa lo erótico de lo explícito, el director afirma: “Yo quería hacer un “antiporno”, con dos actores que se pasarían teniendo sexo y practicando distintas posiciones eróticas durante 90 minutos. Sin duda era una propuesta “arriesgada”. Mi idea era que esos dos personajes debían tener la inocencia de dos criaturas en el paraíso, antes de que apareciera la noción del “bien” y del “mal”. Pero lograr eso significaba varios desafíos. El primero estaba en mí mismo. Mi mirada sobre esos amantes debía estar limpia de todos los “condicionamientos” y “prejuicios” de mi formación cultural. De alguna manera yo también debía filmar la película con esa misma “inocencia edénica” que pretendía de los actores. Para eso trabajé el tema con una “coaching terapeútica” durante un par de meses”.

Para poder hacer No mires para abajo había que encontrar a dos actores dispuestos a estar desnudos casi constantemente y que no tuvieran excesivos pudores. Subiela recuerda así su búsqueda y su hallazgo: “Cuando originalmente la película iba a ser una co-producciòn con España. dos prestigiosas actrices españolas con las que mucho me hubiera gustado trabajar, reconocieron sincera y honestamente que no se atrevían a semejante riesgo. Encontrar a Antonella Costa fue un “milagrito”. Más allá de sus dotes actorales reconocidas internacionalmente, Antonella tiene la relación con su cuerpo imprescindible para lograr el “tono” que yo prretendía de la pelìcula. Luego encontré a Leandro Stivelman un muy jóven actor de teatro al que, viéndolo sobre el escenario, le sospeché la misma relación “no conflictiva” con su cuerpo. Luego faltaba “un pequeño detalle”: que la “química” entre ambos actores fuera buena. En este caso, más que en ningún otro, si no hubiera habido entre ambos la “empatía” que hubo, eso se hubiera notado hiriendo mortalmente la credibilidad de las escenas”. A la hora de rodar, el ambiente de las escenas eróticas debía ser adecuado: “La habitación de Elvira, donde transcurren todas las escenas eróticas, fue construída en un set de filmación al que tenían acceso muy pocas personas. Hubo dos kinesiólogos que realizaron con ambos actores trabajos de relajación muscular antes de cada filmación. Entre toma y toma encendíamos sahumerios y poníamos música “relajante”. Pocas veces como en este caso, he tenido la sensación de haber hecho mas que una “obra artística”, una película que “sirve”. Por lo menos esa es la esperanza”.

No mires para abajo es una buena manera de adentrarse en una tradición muy poco conocida en Occidente, una filosofía de vida que casa la carnalidad con el alma y que ha sido alabada, y experimentada, por intelectuales de todo el mundo (en España, sin ir más lejos, el polifacético y controvertido Fernando Sánchez Dragó).



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