martes, 27 de marzo de 2012

Oxiticina: Orgasmo femenino y embarazo


Los orgasmos pueden ser buenos, malos o simplemente diferentes. Pueden durar tan solo unos segundos, un minuto, o (si tiene suerte) mucho más tiempo. Quizás ha tenido innumerables orgasmos durante su vida o quizás nunca ha tenido uno. Sin importar cuál haya sido su experiencia particular, usted y su pareja probablemente se sienten intrigados y curiosos acerca de todo lo atinente a este tema: el orgasmo femenino. Y ahora que usted está embarazada, ¡podría decubrir que está más intrigada y que siente más curiosidad que nunca!. Los orgasmos durante el embarazo han sido considerados desde hace mucho tiempo un tema tabú, así como también un acto peligroso. Pero en la actualidad, se ha descubierto que los orgasmos pueden llegar a ser bastante saludables tanto para usted como para su bebé, ¡y, por lo general, podrá disfrutarlos como nunca durante el embarazo! . Por ello, encienda algunas velas, llame a su pareja, ¡y vayan corriendo al dormitorio!.

La belleza en Niger


Viven por y para la belleza, ellos son los Wodaabe, un pueblo nómada orgulloso que se encuentra disperso en todo el sur del Sahara Sahel estepa-sur en Níger, África del Oeste. El Wodaabe se mantiene en gran medida a sí mismo y rara vez se casan fuera de su propio grupo, eso les ha permitido mantener una identidad cultural y genética pura. El pueblo Wodaabe traza sus orígenes en dos hermanos, Ali y Degereejo,un subgrupo de los Fulani. El Wodaabe se conoce tradicionalmente como los Bororo. La tribu Bororo ha atraído la atención debido a su valor tradicional de la belleza. Bautizado como los inventores de los concursos de belleza, los bororo se consideran la gente más hermosa del mundo. Su larga historia de tradición, cultura y valores son el centro de sus vidas.

domingo, 25 de marzo de 2012

El Acoso Sexual: Perspectiva Psicosocial (Canal UNED)


SINOPSIS:

El acoso sexual en el ámbito laboral desde la perspectiva de la psicología social. Una forma de discriminación sexual que se analiza desde las características y comportamientos específicos propios del contexto laboral. La masculinización de la organización y la tolerancia ante este tipo de conductas son factores importantes que lo facilitan y son a la vez, oportunidades de intervención para erradicarlas. Se analiza también el acoso desde el ámbito penal y el papel que en este caso desempeña la psicología clínica forense.
PARTICIPANTES: 

  • Mª Carmen Huici Casal, Catedrática de la UNED.
  • Gabriela Elba Topa Cantisano, Profesora Contratada Doctora de la UNED.
  • Blanca Vázquez Mezquita, psicóloga forense del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

Eyaculación Retardada: Un problema poco conocido

Muchísimo se ha hablado de la eyaculación precoz pero existe una “cenicienta” en materia de trastornos eyaculatorios, se trata de la eyaculación retardada, también conocida erróneamente como aneyaculación (porque en este caso se haría referencia a la falta de eyaculación por completo).
Por supuesto, algunos podrán pensar que este problema no tiene ningún aspecto negativo pero quien lo sufre podría no está de acuerdo ya que solo puede llegar a la eyaculación después de un coito prolongado que, como se puede presuponer, provoca un gran desgaste físico en ambos amantes.
La eyaculación retardada también tiene otro problema y es que la mujer que no conozca la existencia de este trastorno suele pensar que no es lo suficientemente atractiva e incitante para el hombre ya que asocia el retardo de la eyaculación con la falta de deseo. Si este tema no se habla a tiempo, a la larga la eyaculación retardada puede minar la confianza de la mujer y afectar la relación de pareja.
Por otra parte, la eyaculación retardada también podría convertirse en un problema para la mujer que no necesita una estimulación tan intensa para llegar al orgasmo, sobre todo si padece de hipersensibilidad en los genitales después de llegar al clímax.
Para tener una idea de qué es la eyaculación retardada, baste decir que nos estamos refiriendo a una relación sexual con penetración de unos 45 minutos aproximadamente. Cuando se afirma que la media mundial de relación sexual con penetración ronda los siete minutos.

Las causas de la eyaculación retardada
Hasta el momento se conoce que la eyaculación retardada no es un problema que afecte a un grupo etáreo en particular ya que normalmente las causas de la misma se encuentran en disfunciones orgánicas. Por ejemplo, suele aparecer en hombres que tengan daños neurológicos (que hayan sufrido ictus o daños a nivel de la médula espinal). También se le ha relacionado con enfermedades endocrinas como la diabetes, con problemas de próstata e incluso con la hipertensión.
No obstante, la eyaculación retardada también puede ser un efecto secundario de algunos medicamentos, por lo general de ciertos antidepresivos, antipsicóticos y antihipertensivos. De la misma forma, suele ser común en personas que abusan del alcohol y las drogas ya que estas sustancias ralentizan los reflejos. El sobrepeso también puede convertirse en un factor de riesgo para la aparición de la eyaculación retrógrada puesto que disminuye de manera significativa el flujo de sangre hacia el pene.
Tampoco son de desechar las causas relacionadas con el estilo de vida como la falta de sueño, las preocupaciones y la ansiedad. Algunos estudios han relacionado además la eyaculación retardada con psicopatologías como la depresión, la astenia, la ansiedad y los síntomas obsesivo-compulsivos. Finalmente, también se conoce que en algunos hombres podría estar determinada por sus hábitos de masturbación; es decir, cuando durante años han retrasado conscientemente la eyaculación hasta el punto que esta se vuelve un reflejo condicionado.

Tratamiento de la eyaculación retardada
El tratamiento de la eyaculación retardada usualmente apuesta por el uso de psicofármacos para regular las respuestas de los neurotransmisores ante los estímulos sexuales. Se conoce que aproximadamente un 80% de los hombres logra superar este problema aunque existe un pequeño porcentaje que puede desarrollar un deseo sexual inhibido.
En los casos donde se ha comprobado que existe un daño en los nervios involucrados en el orgasmo, se aplica la cirugía pélvica y esta tiene un excelente porcentaje de éxito. De hecho, son muchos los hombres que tienen eyaculación retardada y que también reportan una falta de sensibilidad en el glande.

Fuente:
  • Moore D.P. & Jefferson, J.W. (2004) Inhibited male orgasm. En: Handbook of Medical Psychiatry. Philadelphia: Mosby Elsevier; cap. 102.

Escrito por Jennifer en Rincón de la Psicología

miércoles, 21 de marzo de 2012

Cerebro Enamorado


Gracias a Karemi Rodriguez Batista por compartir este vídeo

Las alas del clítoris: El punto G


El clítoris es el órgano eréctil que se encuentra en la parte superior de la vulva de la mujer. Está unido a los labios menores y recubierto parcialmente por éstos. De hecho, habitualmente son sólo visibles el capuchón y el glande del clítoris, que se hallan en la parte superior de los labios menores, y que forman apenas una décima parte del volumen total del clítoris. El clítoris en toda su longitud puede llegar a tener un tamaño de 10 a 13 mm, mientras que el glande clitoriano mide entre 3 y 4 mm de ancho y 4 y 5 mm de largo (en estado de reposo) mientras en erección puede alcanzar los 1 a 1,5 cm de longitud en la mujer promedio. La parte visible del clítoris es el glande y es extremadamente sensible a la estimulación directa en la mayoría de mujeres, prefiriendo la estimulación indirecta a través del prepucio o capuchón clitoriano, el glande constituye sólo la octava parte de todo el clítoris.

Amor y Calidad de Vida: Insula e hipocampo


Cuando alguien se enamora 12 áreas del cerebro se activan a la vez para liberar dopamina, oxitocina, adrenalina y arginina. Compuestos que hacen que una persona esté eufórica, provocando un efecto similar a consumir cocaína. El amor afecta a varias funciones cognitivas, entre ellas la imagen que tenemos de la persona amada y su representación mental (idealización). Además, también tendrían explicación las mariposas en el estómago. Algunas partes del cerebro activadas podrían estimular el ritmo cardíaco haciendo que sintamos esa sensación. Además, el amor puede incrementar la calidad de los orgasmos, según Ortigue, a tenor de los restultados obtenidos por RMf a nivel de ínsula e hipocampos.

Modelo de Troiden de evolución de la identidad homosexual

Troiden, en 1981, esquematizó la formación de la identidad homosexual en cuatro etapas. Según Troiden solamente una pequeña porción de todas las personas que han tenido experiencias homosexuales adopta identidades gais o lesbianas. Así pues, las cuatro etapas de Troiden dicen:


Así pues, todas las áreas descritas por Troiden se caracterizan por un gran nivel de estrés. Las estrategias más utilizadas por los adolescentes para manejar estas emociones son:
  1. Negación: El individuo percibe impulsos y sentimientos que continuamente niega.
  2. Evitación: Existe la conciencia de impulsos y sentimientos homosexuales en el individuo, por lo tanto, éste evita situaciones que pudiesen desencadenar dichos impulsos y sentimientos. Como por ejemplo ir a la playa o al gimnasio.
  3. Reparación: El individuo intenta corregir aquellos comportamientos o sentimientos que considera homosexuales para comportarse como un heterosexual. Muchos exageran conductas que consideran heterosexuales para demostrar (y demostrarse a sí mismos) que sí les gustan las personas del sexo opuesto.

viernes, 9 de marzo de 2012

Documental: "Sexo, amor y discapacidad. El amor sin límites"

Como parte de su trilogía sobre la sexualidad inaugurada con las profesionales del sexo, el director Jean-Michel Carré firma un documental comprometido en la difícil situación de muchas personas con diversidad intelectual y motriz, a la hora de cubrir sus expectativas en materia sexual.
El director demuestra que existen muchos obstáculos para ejercer el libre derecho de la sexualidad, en personas con diversidad funcional; el primero es que el tema sigue siendo tabú en nuestra sociedad. Mientras que en la actualidad seguimos reclamando abiertamente la libertad sexualidad en la discapacidad sigue siendo un tema borrado de las agendas de reclamos.
El documental también se interesó por los asistentes sexuales para personas con discapacidad, que ejercen su profesión en Suiza, los Países Bajos, Dinamarca y Alemania, y varias asociaciones que desean echar raíces en Francia.
En resumen, "Sexo, amor y discapacidad" tratará de romper las barreras que impiden a las personas con discapacidad realizar sus búsquedas hacia una sexualidad plena, más allá de su "condición", y no siendo ésta un obstáculo para el disfrute.
¿Cómo satisfacer sus deseos y considerar una relación amorosa, cuando desde los ciudadanos comunes hasta los políticos, niegan las necesidades básicas de éste colectivo?. La película se ocupa de estas cuestiones esenciales y considera las posibles soluciones de cómo enfrentar éste reto, que supere el sufrimiento de muchas personas.
Aprender de las prácticas más audaces y valientes, permite una transformación radical de una realidad intolerable.



Cortesión de nuestros buenos amigos que publican en: Mitología de la Sexualidad Especial

La falta de deseo sexual ¿Un problema con solución?

El principal motivo de consulta en los centros de sexualidad ya no es la anorgasmia, la eyaculación precoz o la disfunción eréctil sino el deseo sexual hipoactivo. El ritmo de vida al cual nos compulsa la sociedad aumenta nuestros niveles de estrés y se convierte en un factor más que provoca cuadros depresivos o ansiosos. Si a esto se le suma que verdaderamente el tiempo para compartir con la pareja es cada vez más escaso; entonces podrá comprenderse cuáles son los principales factores que están en la base de esta ola de falta de deseo sexual.
Además, la mayoría de las personas cuando comienzan a experimentar los primeros síntomas no le dan importancia a los mismos por lo que cuando acuden a la consulta la inapetencia sexual lleva meses o años de instaurada y se hace muy difícil revivir la antigua pasión.
El deseo sexual es una emoción que nos prepara positivamente para experimentar la relación sexual de forma placentera. En este punto es imprescindible realizar una disquisición: no debemos caer en el error de confundir el deseo sexual con la excitación sexual. La excitación sexual es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas como la lubricación en la mujer o la erección en el hombre. En otras palabras, el deseo sexual es el impulso que nos conduce a la búsqueda del placer mientras que la excitación es una respuesta ante la estimulación.
Normalmente el deseo y la excitación sexual van de la mano pero no siempre sucede así: podemos experimentar el deseo y no la excitación o sentir la excitación sin vivenciar un deseo muy fuerte. Por ejemplo, los hombres que experimentan la disfunción eréctil suelen sentir deseo sexual pero no experimentan la excitación que les permitiría la erección.
Así, cuando se habla de deseo sexual hipoactivo, nos referimos a la falta de deseo para iniciar el coito aunque la excitación y la respuesta sexual posterior puede ser perfectamente normal.

Las causas del deseo sexual hipoactivo

Dentro de los factores que propician la disminución del deseo sexual los más usuales son la baja autoestima y los sentimientos de culpa. A su vez, dentro de estas dos macrocategorías podemos hallar:
  • Los miedos. Los más usuales son el miedo a fallar durante la relación sexual, el temor al ridículo, a un embarazo y/o a las enfermedades de transmisión sexual. Estos miedos pueden ser conscientes pero también pueden actuar por debajo de la conciencia de la persona.
  • El estrés y la ansiedad. Los problemas de la vida cotidiana son factores que favorecen la tensión. En este punto muchas personas asumen como estilo de enfrentamiento un pensamiento rumiativo que les impide relajarse y experimentar el deseo sexual.
  • Los prejuicios y los tabúes. Las creencias sobre la suciedad del sexo y las prohibiciones relacionadas con los órganos sexuales, así como los prejuicios desarrollados culturalmente son algunas de las causas principales que inhiben el juego erótico y el deseo sexual.
  • Los problemas de comunicación. Cuando no existe una relación abierta donde se pueda hablar sobre nuestros deseos y preferencias sexuales; a la larga esto termina por minar el deseo de iniciar la relación sexual.

Por supuesto, más allá de estos factores eminentemente psicológicos también existen algunos medicamentos que inhiben el deseo sexual; entre ellos pueden mencionarse los ansiolíticos, los antidepresivos y los fármacos para la hipertensión arterial. En algunas personas los cambios hormonales que ocurren durante la menopausia o la andropausia también actúan como inhibidores del deseo sexual.
Otro factor que suele presentarse muy a menudo como causa de la falta de deseo sexual es la falta de creatividad y fantasía en las relaciones de pareja; sobre todo cuando estas ya llevan un tiempo juntas. Adoptar una rutina que se sigue a ultranza en el momento de las relaciones sexuales suele ser la forma más infalible para matar el deseo. A todos nos gusta aprender cosas nuevas y experimentar; el ámbito de la sexualidad no es diferente.
En lo que respecta al género, puede afirmarse que la falta de deseo sexual es más habitual en la mujer. Los factores que contribuyen a elevar esta prevalencia en la población femenina son muy diversos pero entre ellos sobresalen: la educación tradicionalista y la sobrecarga de roles.

¿Tiene solución?

La falta de deseo sexual es un problema con solución pero mientras antes lo diagnostiquemos mucho mejor. De hecho, en la mujer esta problemática tiende a hacerse crónica si no se atiende a tiempo. Al contrario, en los hombres generalmente este estado es transitorio, estando causado por situaciones muy puntuales, generalmente cuando estas desaparecen, regresa el deseo sexual.
La falta de deseo sexual se combate, en primer lugar, reconociendo su existencia e intentando analizar cuáles fueron los factores que nos llevaron a la misma. Una vez que sepas qué es lo que causa esta inapetencia, se debe conversar con la pareja y buscar una solución entre ambos.

Escrito por Jennifer en su blog El Rincón de la Psicología.

jueves, 8 de marzo de 2012

1969: La Revolución Sexual en el Cine


Revolución de 1968, o simplemente el 68, es un término de gran éxito mediático, pero de difícil precisión historiográfica, incluso de debatida calificación como revolución.1 A veces se habla de ella como de un ciclo revolucionario (como el de la revolución de 1848 o la revolución de 1989), por la coincidencia temporal en el año 1968 del Mayo francés -que se suele considerar el epicentro del movimiento- con hechos y procesos similares. Movimientos ligados a la revolución de 1968 pueden localizarse, entre otros países, en Estados Unidos (protestas contra la Guerra de Vietnam, especialmente las que tuvieron lugar durante la Convención Nacional Demócrata de 1968, el Movimiento por los derechos civiles -de más amplio recorrido, pero que significativamente sufrió ese mismo año el asesinato de dos líderes significativos: Martin Luther King y Robert Kennedy-, el Festival de Woodstock -1969- y otros hechos y procesos relacionados).

Tetas (Documentos TV)


Documentos TV cuenta cómo vinculados a los avatares de la política, la sociedad y la cultura, los pechos de la mujer han ido aumentando y disminuyendo en función de la situación histórica que les ha tocado soportar. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la leche materna no ha tenido sustituto alguno. Es fácil comprender entonces por qué los hombres prehistóricos dotaban a sus ídolos femeninos con unos enormes pechos. Tan imponentes como los que se lucen en el tercer milenio, aunque por razones bien distintas. Las modas en cada momento histórico los ha ido moldeando, pero ha sido sin duda en las últimas décadas cuando la publicidad y los medios de comunicación los han hecho crecer, a fin de utilizarlos como un señuelo comercial de garantía.


Sobre 1550, Catherine de Médicis, esposa del Rey Enrique II de Francia, introdujo las tallas ajustadas y los pechos oprimidos con sus corsés, unos artefactos diseñados para estrechar la cintura de las mujeres desde 12, hasta 32 centímetros, realzando el busto. Eran muy incómodos y dolorosos. Catalina de Médicis puso en vigor una prohibición a las cinturas anchas para asistir a la Corte Real de Francia en 1550. Así se iniciaron 350 años de tortura para las mujeres, que vivían con el diafragma oprimido constantemente por las rígidas varillas de los corsés. ¿Quién inventó el sujetador? Existen varias versiones sobre quién inventó el brassiere, según algunos textos que hablan de este tema dicen que la creadora es la francesa Hermine Cadolle que en 1889 diseñó el primer modelo. Pero el primer sujetador moderno que se patentó fue invento de Mary Phelps Jacob el año 1913, en la ciudad de Nueva York.

miércoles, 7 de marzo de 2012

"Intervención grupal en violencia sexista. Experiencia, investigación y evaluación"



Autor ROCA CORTÉS, 
Neus - MASIP SERRA, Júlia
ISBN 9788425428326
Año Edición 2011
Idioma Español
Precio 29,80 €uros





Sinopsis

La violencia sexista contra las mujeres, producto de una cultura patriarcal que justifica y legitima una relación desigual entre géneros, se ha hecho visible en los últimos decenios, y su erradicación ha entrado definitivamente a formar parte de la agenda pública. Se trata de una problemática que debe abordarse atendiendo a las víctimas, a los agresores y al contexto social en que tiene lugar, tanto desde la vertiente preventiva como desde la asistencial. Dado que una gran parte del contexto social favorece la violencia sexista, tanto la deslegitimación de la misma como parte de la intervención han de realizarse en el ámbito social, de ahí la importancia del trabajo grupal como estrategia de transformación.
En esta obra, Neus Roca y Júlia Masip, psicólogas expertas en intervención grupal y en investigación, ofrecen un marco teórico riguroso basado en la experiencia y contrastado con las numerosas intervenciones e investigaciones que presentan. Se trata de un avance importante ya que contribuye a crear un cuerpo de doctrina metodológica a partir de la experiencia acumulada a lo largo de los años por los profesionales de los servicios de bienestar. Asimismo, se aportan herramientas de investigación, prevención, intervención y evaluación.

El amor romántico desde una perspectiva científica

Articulo publicado por Coral Herrera Gómez en su blog El Rincón de Haika del que intentaremos ofreceros más material por su enorme interés y visión personal de algunos de los temas que tratamos en nuestro blog. Ya que nos parece que para la formación de los psicólogos especialistas en Sexología las temáticas que alli se abordan pueden ayudar mucho a mejor contextualizar los asuntos con los que nos vamos a encontrar en nuestro devenir profesional.

Cuando llegó el momento de decirle a mi director de tesis, Gérard Imbert, el tema sobre el que quería investigar, pasé dos semanas sin atreverme a hablar con él y preparando mi discurso para convencerlo. Él mismo me dijo, "piensa bien el tema porque tu vida va a girar en torno a él durante años; así que lo mejor es que sea algo que te apasione".
Yo ya sabía lo que me apasionaba, pero no sabía como planteárselo. Desde niña me han fascinado las relaciones amorosas humanas, y cuando comencé a experimentar todos los síntomas del romanticismo, en la adolescencia, mi interés por el tema aumentó. Siempre me gustó mirar a los adultos, oírles hablar, escuchar historias de vida, y analizar mis propios sentimientos y reacciones.
Con las amigas y amigos pasé años hablando sobre el amor, sus mitos y la forma en cómo nuestro cuerpo, nuestras ideas, nuestro comportamiento, están determinados por las emociones, y cómo esas emociones, a su vez, están determinadas por mandatos sociales y modelos culturales, debidamente idealizados.
Mi idea era estudiar el amor desde un enfoque multidisciplinar, porque buscando en las bibliotecas me encontraba con libros sobre el amor desde una perspectiva literaria, o antropológica, o biológica, o histórica, pero no encontraba un libro que uniese todas esas perspectivas, y pensé en escribirlo yo, añadiéndole por supuesto el enfoque de género.
No me costó mucho convencer a Gerárd porque él es un hombre de horizontes abiertos, aventurero, que le gusta desentrañar las profundidades de las emociones humanas y analizar cómo se plasman en el cine y en los productos culturales de masas. Para mí fue súper importante su apoyo porque no quería estudiar otra cosa que este tema, dado que mi curiosidad se remonta a los principios de mi infancia, dado que necesitaba también comprender lo que nos pasa cuando nos enamoramos, saber de dónde viene esa forma de amar, y sobre todo, saber por qué amamos de esta manera y no de otra.

Mi tesis doctora de 850 páginas
Entonces me puse a analizar ese proceso, y el modo en cómo se construye socioculturalmente el amor; pero también cómo esta construcción influye significativamente en las estructuras económicas y políticas de la sociedad occidental.
Sin embargo, mi trabajo de investigación no hubiera sido posible si, a lo largo del siglo XX, no se hubiese dado el gran debate epistemológico que destronó al cientifismo empirista y gracias al cual surgieron investigaciones que demostraron la hipervirilidad de la Ciencia occidental, y su sesgo androcéntrico. Los principales protagonistas de este debate fueron los pensadores de la Teoría Crítica liderada por la Escuela de Frankfurt en los años 30, el Postestructuralismo, la Sociología del Conocimiento y la Teoría Feminista, que sacaron a la luz teorías y científicos (sobre todo científicas) marginados por la Ciencia, cuestionándose así numerosas verdades dadas por supuestas.
Esta tarea deconstructiva demostró que lo que se consideraba Ciencia Universal era sencillamente una actividad ejercida por hombres blancos, occidentales, y en su mayor parte de clase media. También se puso de relieve el hecho de que la mayor parte de sus investigaciones estaban impregnadas de intereses ideológicos, económicos, sociales y políticos. Se quiso derribar, así, el mito del cientifismo como verdad universal y el mito del científico como un robot objetivo sin emociones, sin condicionamientos culturales, sin intereses personales. Fue entonces cuando se reveló la dimensión hipermasculina de la Ciencia, que había marginado durante siglos a la mujer como sujeto y como objeto de estudio científico.
Gracias a este debate y a este proceso deconstruccionista, la Ciencia vio cuestionada profundamente la pretensión de validez universal y de neutralidad de la que había hecho gala desde el siglo XVII. Las principales consecuencias de este debate fueron la ampliación de los límites del conocimiento y el surgimiento de nuevas áreas de investigación científica. Este hecho posibilita, en la actualidad, adentrarse en espacios del conocimiento que no han sido considerados, hasta hoy, dignos de ser estudiados, como es el caso del amor romántico. Gracias a la lucha feminista contra el sistema patriarcal, además, he podido ir a la Universidad; si hubiese nacido en otra época no podría haber estudiado si quiera; ni este tema, ni cualquier otro.


Hoy se acepta comúnmente que todos estamos influidos por la cultura en la que nos hemos criado, por el género al que se nos adscribió al nacer, por la educación que recibimos y las instituciones sociales, la religión, nuestro estatus social y económico, además de nuestras propias aspiraciones personales y experiencias vitales, que conforman nuestra identidad. Por ello, ningún científico, institución científica o investigación empirista puede hoy declararse objetivo o neutral. De hecho, se considera más honesto que los y las profesionales de la Ciencia admitan en sus investigaciones el punto del que parten, y tengan en cuenta a la hora de elaborar sus teorías e hipótesis la perspectiva personal desde la que ejercen la actividad del conocimiento, para así diferenciar sus propios condicionamientos culturales y personales del objeto de estudio. Es decir, admitir la inevitable subjetividad que impregna cualquier actividad humana en el área del conocimiento científico, dejando atrás mitologías científicas antes nunca cuestionadas.


El trabajo de documentación no fue tarea fácil, dado que no existe mucha bibliografía científica debido a la marginación de las emociones como objeto de estudio. Para Carlos García Yela (2002), es muy significativa la gran diferencia existente en cuanto a volumen de investigación entre el amor y otros temas “que quizá sean menos relevantes en la vida del hombre, como por ejemplo, el reflejo salivar condicionado”.
La Antropología ha estudiado temas como la familia, el parentesco, el matrimonio, el comportamiento sexual, los ritos vinculadores, el apego, el beso y las conductas altruistas, pero no específicamente el amor romántico, considerado generalmente como una peculiaridad exclusiva de las civilizaciones occidentales.
La Sociología se ha centrado en el análisis del matrimonio (y la satisfacción en el mismo) como unidad básica de la estructura social y sólo en contadas ocasiones ha concedido suficiente atención a la importancia estructural del amor y las creencias románticas en nuestra sociedad.
En el campo de la Historia, destacan las obras de algunos historiadores sobre el matrimonio (Westermarck, 1926) y la pasión (De Rougemont, 1939).
En el campo de las ciencias sociales, el interés por las emociones también se ha visto incrementado a medida que avanzaba el siglo XX.
Ortega y Gasset (1941) se quejaba de que el tema del amor no fuese objeto de investigación científica o filosófica:
“Si un médico habla sobre la digestión, las gentes escuchan con modestia y curiosidad. Pero si un psicólogo habla del amor, todos le oyen con desdén, mejor dicho, no le oyen, no llega a enterarse de lo que enuncia, porque todos se creen doctores en la materia. En pocas cosas aparece tan de manifiesto la estupidez habitual de las gentes. ¡Como si el amor no fuera, a la postre, un tema teórico del mismo linaje que los demás, y por tanto, hermético para quien no se acerque a él con agudos instrumentos intelectuales!”.
Leo Buscaglia, también opina que es ridículo que el Eros, una fuerza de la vida tan poderosa, sea ignorada, no investigada y condenada por los científicos sociales, “que en cambio, sí se ocupan mucho de esa otra fuerza llamada sexo, cuando originariamente y en rigor etimológico se trata del mismo fenómeno”.
Defendiendo la idea de que el amor es un gran tema a tratar por todas las áreas científicas, Carlos Yela afirma que es frecuente entre los intelectuales la queja sobre la enorme distancia existente entre el progreso tecnológico y el progreso de las relaciones humanas: “el estudio riguroso, sistemático y empírico del amor podría ser una vía que contribuyera a salvar esa abismal y lamentable diferencia”.
La Psicología Social comienza a tratar el tema en 1964. Secord y Backman incorporan en su manual de la disciplina un capítulo sobre atracción interpersonal donde se incluían unas breves consideraciones sobre el amor. Un año más tarde, Aronson y Linder (1965) divulgan su clásica “ley” sobre la atracción interpersonal. Poco después, Bloom (1967) publicará un artículo sobre el concepto de amor y las tipologías amorosas, todo ello en revistas propias de la Psicología Social. A mediados de los años 70, el análisis científico del amor se va paulatinamente desmarcando del área de la atracción interpersonal, al tiempo que surge una verdadera explosión y auge de las investigaciones: centenares de artículos, decenas de volúmenes monográficos y manuales, cursos, seminarios, congresos, etc., e incluso alguna revista especializada, como el Journal of Social and Personal Relationships, donde buena parte de los artículos publicados se centran en el amor o en temas muy afines.


En los años 90 el tema se convirtió, según Yela García (2002), en un punto de referencia obligado de la Psicología Social. La publicación de monografías sobre el tema continúa aumentando cada año, muchos de ellos de orientación psicodinámica (Gabbard, 1996), otros muchos desde la Psicología Feminista.
En España, hasta los años 80, la producción intelectual sobre el amor ha sido bastante limitada. En los años 70 Josep Vicent Marqués edita un número especial en El Viejo Topo sobre el amor (extra número 17), con colaboraciones de Paolo Fabretti o Christian Delacampagne, en el que se habla del amor sobre todo como un instrumento de control social que sirve para perpetuar el patriarcado y la familia tradicional nuclear.
En 1982, la Revista de Occidente publica un número monográfico sobre el amor. En 1986, sucede lo mismo con los Cuadernos de Historia 16. En los 90 se publican artículos firmados por profesores universitarios (ej: Ochoa y Vázquez, 1991; Sangrador, 1993; Serrano y Carreño, 1993, Yela García, 1996) así como algunos libros en mayor o menor medida dedicados a, o relacionados con el tema (Guasch, 1991; Ortiz, 1991). Además, se realizan seminarios, conferencias, cursos de doctorado, simposios, congresos y alguna tesis doctoral (Carreño, 1991; Yela García, 1995; Martínez Iñigo, 1997).


Recientemente, han surgido algunas obras en el ámbito de la divulgación científica, en áreas como la Biología, la Etnología, o la Antropología (Helen Fisher, Eduardo Punset, David Buss, Eibl-Eibesfeldt, Desmond Morris, Barash y Lipton…). Sin embargo, sólo ahora, en los primeros años del siglo XXI, se ha empezado a tratar el tema desde una perspectiva social (Ulrich Beck, Zigmunt Bauman, Pascal Bruckner, Erich Fromm, Anthony Giddens, entre otros).
La mayor parte de los grandes teóricos occidentales ha escrito libros acerca de los sentimientos y las pasiones, pero han sido siempre considerados obras menores, poco menos que anécdotas dentro de la sesuda literatura científica y filosófica de estos grandes autores (Ortega y Gasset, Roland Barthes, Francesco Alberoni, entre otros).
En mi caso, lo que más me fascinaba del tema es como el amor de pareja siempre se ha tratado como un fenómeno afectivo que acontece en el interior de las personas, es decir, como un sentimiento individual y mágico difícil de explicar. Y sin embargo, son muchas las personas aquejadas de esta “enfermedad”, “intoxicación”, “borrachera”, o “dulce tormento”. El dinero que gastamos en terapeutas que nos ayuden a sobrellevar una ruptura amorosa, en abogados que tramiten una separación, en regalos cuando empezamos una relación, la cantidad de energía y tiempo que dedicamos al amor me hacía pensar que el amor es una construcción sociocultural, es decir, creada desde la cultura para conformar sociedades de gente que se une de dos en dos. y yo me preguntaba, y ¿por qué de dos en dos?, ¿y por qué han de ser de diferentes sexos?, ¿y por qué la mujer debe de ser de una manera y el hombre de otra?....

El libro sobre el amor, publicado en Febrero 2011
Mi aparato teórico desde el cual enfocar este estudio está basado en mi admiración por la teoría del pensamiento complejo de Edgar Morín, que propone superar los dualismos con los que estamos acostumbrados a pensar. La vida no es blanco o negro, razón o emoción, hombres o mujeres, el bien o el mal, lo grande o lo pequeño. Leyendo sobre Einstein una aprende que todo es relativo según el punto de vista desde donde se mire, y que la realidad es mucho más rica que las etiquetas reduccionistas con las que tratamos de entender el mundo.
Me encantó leer a Sergio Manghi, que afirmaba que el estudio de las emociones humanas no se trata sólo de una tarea científica, sino también ético-política, “pues la persistencia, en nuestro tiempo, de hábitos perceptivos dualistas, que separan el corazón y la razón, el cuerpo y el espíritu, las emociones y la cognición, es una fuente permanente de sufrimientos, de prevaricaciones y de violencia”.
En el seno de este paradigma dualista que simplificaba el mundo en dos extremos opuestos, se consideró que el hombre representaba la Cultura (el raciocinio, la civilización, la Ciencia, la ley, el orden, la filosofía), y la mujer la Naturaleza (los sentimientos, lo irracional, lo salvaje, lo caótico, lo oscuro, lo incognoscible). Por eso los hombres, que representan la civilización, deben controlar la naturaleza, explotarla, domesticarla, utilizarla para sus necesidades. Y para eso se ha creado el romanticismo patriarcal, para que perpetúe esa desigualdad y ese control, y para que la gente se una en sistemas de mutua dependencia.
Y es que el hecho de que las pasiones no hayan sido temas considerados dignos de estudio científico serio es un hecho íntimamente relacionado con la estructura patriarcal que ha subordinado a la mujer durante siglos. En esa actitud discriminadora y despreciativa hacia su figura se incluía todo lo que se consideraba femenino, como los sentimientos. Sólo en este siglo, la primacía de la mente y la razón sobre el cuerpo y las emociones ha dado paso al estudio de los sentimientos como parte constitutiva fundamental del ser humano.


Y gracias a ello, hoy me encuentro aquí escribiendo acerca del amor. Entiendo que es un tema que, por su complejidad y extensión, no se puede abarcar en su totalidad; pero sí que he pretendido demostrar que las emociones están mediadas culturalmente, y que están predeterminadas por la cultura en la que se incardinan (construidas a través del lenguaje, de los relatos, los símbolos, los mitos, los estereotipos, los ritos, y las creencias). El poder simbólico incide de forma poderosa, creo, no sólo en la nuestros sentimientos, sino también en la construcción de la realidad social, económica y política de las sociedades.
Dado que la cultura evoluciona a la par que los sistemas políticos y económicos, bien sosteniéndolos, bien transformándolos, considero que es necesario los productos ficcionales y las teorías filosóficas para entender cómo construimos la realidad, cómo la reificamos y cómo unas ideologías se imponen sobre otras (y a la vez coexisten).
El motivo por el que centré mi análisis sobre los mitos y las representaciones simbólicas del Amor es porque la mayor parte de nuestros productos culturales desde la Antigüedad hasta nuestros días se basan en las relaciones sexuales y amorosas entre los géneros: desde las cosmologías (como la griega, que se basa en las relaciones de amor y odio entre los dioses) hasta las series de ficción televisiva, pasando por la escultura, la pintura, la cerámica, la música, el baile, la narrativa oral, la poesía, los cuentos y leyendas, los folletines, las radio-novelas, las canciones, las novelas, las películas, la ópera, y todas las representaciones culturales que han tenido y tienen como tema central el amor y las pasiones.


Mi deseo era, mediante un proceso de crítica y deconstrucción, echar abajo ciertas ideas que se han dado por supuestas o como “naturales”: prejuicios, tabúes, mitos falsos y creencias subjetivas que han distorsionado el concepto de amor y que lo han devaluado durante siglos a la categoría de emoción irracional no susceptible de ser tratada e investigada.
Para mí es obvio que el amor no es sólo una fuente de productos culturales en forma de novelas o canciones, sino también un dispositivo político. Las relaciones humanas atravesadas por el poder, y ello hace que sean complicadas, conflictivas, dolorosas y también, enormemente gratificantes. Los seres humanos necesitamos a los otros para sobrevivir, porque los afectos forman parte de nuestra nutrición y son el eje a partir del cual desarrollamos nuestra vida en sociedad. A través de nuestros seres queridos aprendemos a hablar, a pensar, a vivir en sociedad y a asumir las normas morales, sociales, culturales y políticas. Rodeados de afectos o con una falta total de ellos construimos nuestra identidad y nuestra biografía, y nos reproducimos, sacando adelante y educando a nuevos miembros de la sociedad.

Mi libro sobre la construcción de las identidades,
los feminismos, las masculinidades y el queer
La mayor parte de nuestras vivencias y recuerdos están implicados en las tramas emocionales y sentimentales que construimos en la interacción con nuestros semejantes y nuestro entorno. Nuestra felicidad, nuestro bienestar psíquico y emocional, nuestros sueños y anhelos, nuestras esperanzas y nuestra energía se desarrollan en torno a nuestras relaciones afectivas. Ellas son las que nos provocan dolor, tristeza, confusión, desgarro; también nuestras frustraciones, decepciones, preocupaciones y obsesiones están en su mayor parte determinadas por nuestros afectos.
De algún modo, siempre me ha parecido fundamental analizar y tratar de entender por qué las relaciones humanas son tan maravillosas y a la vez tan dolorosas. Creo que es a nivel microsocial como es posible entender la dimensión macrosocial de nuestra cultura; por eso analizar las relaciones entre los humanos puede ayudarnos a entender por qué las grandes estructuras políticas y económicas son tan desiguales, injustas y crueles. La complejidad emocional del ser humano es inmensa, a menudo contradictoria y cambiante, y tiene mucho que ver con la ética individual y el sistema moral colectivo, y por supuesto, con las jerarquías de poder. También con los recuerdos y las vivencias, los intereses, las motivaciones, los valores, las creencias y los modelos amorosos que nos ofrecen las industrias culturales.


Creo que es necesario tratar de comprender el complejo mundo de las emociones principalmente porque entender y analizar nuestras formas de relacionarnos puede ayudarnos a mejorar nuestro mundo. Es posible que las guerras, los conflictos humanos, la violencia cotidiana que inundan las cabeceras de los telediarios disminuyesen si lográsemos entender los mecanismos sociales y afectivos con los que los humanos nos relacionamos entre nosotros, bajo el trasfondo de las luchas de poder y del miedo.


El miedo forma parte de nuestras relaciones y de nuestra forma de entender y movernos en el mundo. Es un poder psíquico, un producto mental y a la vez un mecanismo biológico de carácter instintivo. También los animales sienten miedo, y en ocasiones se revela como un mecanismo de supervivencia fundamental ante los depredadores. En el caso del homo sapiens, con su capacidad de imaginar, el miedo se convierte en un monstruo que empobrece su vida en sociedad, porque a menudo establecemos estrategias defensivas y de ataque. Los humanos tenemos miedo a los desastres naturales, pero también miedo al dolor y a la muerte, a la incertidumbre con respecto al futuro, miedo a perder seres queridos. Miedo a la soledad y a la locura, pero sobre todo miedo al otro, a lo desconocido, lo extraño, lo que se escapa a nuestro entendimiento. Miedo al poder del otro, al color de su piel, su idioma, su cultura, su religión.
Este miedo afecta especialmente a las relaciones entre hombres y mujeres por el ancestral temor hacia el género femenino desarrollado en las culturas patriarcales. La mayor parte de las relaciones entre los hombres y las mujeres han estado siempre basadas en el miedo al poder del otro, a la dominación física y psicológica. En este sentido, los hombres siempre han entendido la seducción femenina como estrategia simbólica de dominación por la vía de la sutil persuasión.
El miedo también tiene una clara conexión con el apego: todos tenemos miedo a perder a nuestros seres queridos, a que no se nos necesite o no se nos quiera. Nos apegamos a los objetos, las propiedades y las personas como si fueran “nuestras”, y además quisiéramos que ellas y los sentimientos que nos unen sean eternos e indestructibles. El ser humano sufre por la contingencia y trata de encontrar su centro y su estabilidad psíquica en las personas a las que ama o quiere; pero también siente un profundo anhelo de libertad. Miedo y libertad se tensan contradictoriamente, porque no nos es fácil lograr alcanzar un equilibrio entre la estabilidad y la aventura, la seguridad y el misterio. Los seres humanos lo queremos todo a la vez, lo queremos todo para siempre, y nos cansamos de todo también. La realidad monótona y rutinaria nos frustra, de modo que nos embarcamos en aventuras corriendo riesgos: quizás debido a esta contradicción entre libertad y necesidad de afecto, mitos y realidades, el sufrimiento parece inherente a la condición humana.
Sin embargo, también es característico en nosotros la empatía, el altruismo, la generosidad, la entrega, el sacrificio personal, la solidaridad y la red extensa de afectos que establecemos con el resto, y gracias a la cual la supervivencia de la especie ha sido posible. El amor entendido como un todo es una fuerza poderosa que nos atrae y nos une los unos a los otros, ya sea en forma de amor filial (amor a la familia), de amistad (amores elegidos libremente, relaciones de apoyo y cooperación mutua que tenemos con personas con las que sin embargo no tenemos una relación erótica) o de amor pasional (el que se da entre dos o más personas y tiene carácter erótico).
El amor ha logrado que el ser humano cuide de sus semejantes más indefensos (ancianos, bebés, enfermos), y que la gente disfrute en la interacción con el resto. Las relaciones amorosas de pareja, además, son placenteras porque generan sentimientos positivos y porque es una fuerza creadora y constructiva que ilusiona a las personas y las anima a seguir viviendo, pese a la crueldad y precariedad a la que tiene que enfrentarse el ser humano a lo largo de su vida.
Además de estudiar las raíces del amor romántico en nuestra cultura occidental desde Grecia, pasando por el amor cortés del siglo XII y el Romanticismo del XIX, quise estudiar las relaciones amorosas en la actualidad, porque es la época histórica que me ha tocado vivir, y la que más me apasiona. En mi esfuerzo por entender por qué existe ese vacío social, por qué la gente ya no persigue metas colectivas, me centré en el análisis de lo que denominé la utopía emocional colectiva romántica de la Posmodernidad, porque entiendo que hoy el amor idealizado nos ofrece la salvación frente a la angustia existencial, el horror vacui, y la falta de sentido que impregna la realidad occidental.
El ser posmoderno es urbanita, se mueve en la sociedad del anonimato y sufre de angustia existencial, hambre de emociones y soledad. En este contexto posmoderno, el romanticismo constituye una creación de sentido personalizado y colectivo, una promesa ideal de autorrealización, una meta para alcanzar otras metas, como la felicidad. Y es que la sociedad occidental ha perdido en gran parte su instinto de supervivencia para dar paso al de autodestrucción; de ahí la proliferación de las depresiones en el Primer Mundo, que visibilizan la angustia vital que sienten las personas una vez satisfechas sus necesidades básicas (alimento y un techo donde cobijarse). La sensación de alienación permanente que poseen los habitantes posmodernos se traduce en un anhelo de emociones placenteras e intensas que consumimos a través de los relatos. La necesidad de evasión y de entretenimiento se da en nuestra cultura en unas cantidades y dimensiones hasta hace poco desconocidas.
El amor romántico cubre estos anhelos del mismo modo que las drogas, la fiesta, o los deportes de riesgo, y además está conectado con lo sagrado: la totalidad, la fusión definitiva, el placer total, la eternidad (premisa fundamental de todo amor verdadero). Una de las ficciones más importantes que proyecta el amor idealizado es la del cese de ese doloroso sentimiento de soledad que nos acompaña a todos los seres humanos desde la caída de las grandes construcciones sociales como la religión o la clase social, y cualquier institución en la que antes nos podíamos sentir pertenecientes a una comunidad o grupo unido por cuestiones religiosas, económicas o políticas. Así, las representaciones simbólicas, con mitos como el de la “media naranja” (de resonancias platónicas), nos anuncian el fin de la perpetua soledad a la que estamos condenados.
Estas utopías emocionales se acoplan al individualismo y al consumismo a la perfección, porque están basadas en la filosofía del sálvese quien pueda y el egoísmo a dúo, una expresión acuñada por H.D. Lawrence para explicar el estilo de vida basado en una forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, la necesidad del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad, celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el enclaustramiento mutuo…
Este enclaustramiento en parejas propicia el conformismo, el viraje ideológico a posiciones conservadoras, la despolitización y el vaciamiento del espacio social, con notables consecuencias para las democracias occidentales y para la vida cotidiana de las personas. Con el triunfo del individualismo la democracia se encuentra en manos de los políticos, los empresarios y la Banca; la sociedad no es gestionada por una población adulta, sensibilizada, culta, comprometida y unida. Dejamos, irresponsablemente, en manos de unos pocos nuestro destino como especie, y por supuesto, coextensivamente, el del resto de los seres vivos de este planeta.


El individualismo como modo de vida ligado al consumismo conlleva también una potente sensación de soledad; es normal entonces que la gente quiera formar equipos, aunque sean solo de dos miembros, para hacer frente a un mundo cruel, jerárquico y desigual. En pareja la vida se hace más llevadera por la ayuda mutua que nos prestamos, pero no nos queremos ni imaginar cómo funcionaría un mundo en el que se practicase la solidaridad de grupos humanos frente a las grandes estructuras de poder, es decir, un mundo donde el amor fuese una praxis social cotidiana no centrada en un solo ser humano.
Evidentemente, a un sistema capitalista no le conviene una excesiva solidaridad entre las personas, ni facilitar la autorganización y autogestión de las comunidades; a causa de esta necesidad económica en televisión nunca se apela al amor de las personas por sus semejantes, por la totalidad humana, ni el amor hacia el propio planeta o el resto de sus habitantes. Más bien se le incita al consumismo que es una actividad solitaria o en pareja que ayuda al sostenimiento de la economía capitalista.
Sólo se representan amores colectivos en televisión cuando se trata de un sentimiento social hacia conceptos artificiales como “nación” o “patria”, o hacia algún objeto o persona determinada (como la religión cristiana o la musulmana, los partidos políticos y sus líderes, los grandes clubes de fútbol que aglutinan millones de seguidores, o las estrellas del rock o el cine). Por ello he creído importante exponer el reduccionismo interesado de la concepción del amor representada en las producciones culturales como algo que concierne exclusivamente a dos personas, o como mucho al núcleo familiar, excluyendo siempre al tercero, al otro, a los y las otras.


Y por ello os invito a sumergiros en los principales mitos del amor romántico para poder analizarlos, de-construirlos, desmontarlos. Poniendo al descubierto la distancia insalvable que hay entre la Realidad y las idealizaciones, podremos quizás construir relaciones más igualitarias, menos dolorosas y menos basadas en expectativas desmesuradas y condicionadas por lo que he denominado “el Romanticismo Patriarcal”, que está aún plagado de estereotipos y división de roles de género. Este amor patriarcal es, aún, un modelo plagado de promesas que en realidad sostienen una interdependencia entre los miembros de una pareja engalanado con los adornos románticos.
El sistema amoroso occidental y su modelo de lo que debería ser que nos impiden construir relaciones basadas en la libertad antes que en la necesidad.
Y es que hay que dejar atrás el modelo patriarcal para poder abrir el campo amoroso y crear otras relaciones más ricas, complejas y libres, no sujetas a la heterosexualidad, la dualidad, la superioridad masculina, la monogamia femenina, la genitalidad o el adulterio. Aquí es donde toma cuerpo el lema sesentayochista: lo personal es político. Y es que es en las emociones donde se libra la gran batalla contra el patriarcado; una vez iniciada la lucha por la Igualdad política a través de las leyes y la economía, lo lógico es liberar al cuerpo, a las emociones y los sentimientos de estructuras rígidas y jerárquicas, y ponernos a inventar otras formas de amar…


(y al final, el resultado fue una tesis enorme de los que saqué dos libros; encontré respuestas, pero me surgieron muchas más preguntas, más ganas de leer, experimentar, debatir, y seguir buscando)

Este texto es el prólogo al libro "La Construcción Sociocultural del Amor Romántico"

viernes, 2 de marzo de 2012

Neuroquímica: Cerebro Enamorado


Hay por lo menos cuatro neurotransmisores u hormonas que pudieran modular de manera similar nuestra capacidad de sentir recompensa al estar con alguien y sentirnos enamorados, o al consumir una droga y sentirnos adictos. Estos son la oxitocina, la vasopresina, la dopamina y los opioides endógenos. Estos cuatro neurotransmisores actúan sobre los circuitos neurales involucrados en la recompensa, motivación, predicción y atención en animales y humanos. Así, entender la neuroquímica cerebral en los animales puede ayudarnos a entender los mecanismos básicos del enamoramiento y la adicción en nosotros.

Adolescencia Homosexual


En la juventud y primera adolescencia cualquier manifestación de homosexualidad (percepción, conducta, atracción o discordancia sexogenérica) aumenta hasta en veinte veces el peligro de suicidio o conductas autodestructivas. Solamente una poderosa homofobia enquistada en las instituciones de educación y prevención puede explicar que no se estén tomando medidas para contrarrestar esta realidad.. Desde el siglo XIX se sostuvo que el suicidio era un peligro más grande para los jóvenes con algún rasgo homosexual que para la población general. Karl Ulrichs lo atribuyó a la persecución; John Addington Symonds, al chantaje; Havelock Ellis simplemente anotó el hecho. La idea se confirmó con el estudio de 1972 de Del Martin y Phyllis Lyon, en lesbianas jóvenes, y el de 1978 de Bell y Weinberg. En 1993 Garland y Zigler afirmaron que la depresión y el suicidio eran de dos a tres veces más comunes entre homosexuales que entre heterosexuales.