miércoles, 8 de septiembre de 2010

Las siete maneras más frecuentes de causar la incomunicación en las parejas



La causa más frecuente de malestar y conflictos en las parejas es debida a la falta de comunicación entre ellos. Tanto la comunicación como la incomunicación es algo que vamos construyendo con nuestras acciones y conocer la forma en la que construimos la incomunicación dentro de una pareja es una forma muy útil de aprender que cosas debemos evitar para mejorar nuestra comunicación.
No sólo por la sabiduría popular sino también por la práctica en el trabajo con parejas, la base de la mayoría de los conflictos en la pareja está en la incomunicación, la incapacidad de la pareja  de encontrar herramientas para expresar sus puntos de vista.
En muchas parejas estables se establecen una serie de dinámicas, que se han llamado “juegos de comunicación” que acaban por destruir una relación de pareja. Todos esos “juegos” parten de un gesto sencillo, que conlleva a una acción a la que se atribuyen malas interpretaciones.
En esa incomunicación un miembro de la pareja está más preocupado de decirle al otro que escucharlo, donde hay un juego de poderes en donde se desea salir victorioso, y también se expresan de forma agresiva mediante gritos, ironías, gestos, etc

La tentación de cambiar al otro
“No creí que fueras así”: dice uno/a, y el otro/a responde “¿cómo creías que era?, ¿dónde estabas cuando me conociste?.
Esto ocurre cuando uno/a se ha enamorado de un fantasma e intenta que se acomode, no es la pareja real. Es una trampa grande ya que impide la consolidación de una pareja madura y real. Se intenta que el compañero/a se acomode a sus propias expectativas.
Lo importante es entender que la frase “Algún día cambiará” nunca llega. Además aceptar aquello que se quiere, y negociar aquellas partes que uno no puede pedir que cambie.

La oferta y la demanda de la conquista
Es el juego de “Romeo y Julieta”, un enamoramiento plagado de idealizaciones. Es el periodo donde se sedujeron para estar juntos y donde sólo mostraron lo que el otro quería ver, proponiéndose como mejor opción.
Después de ese primer periodo llega la parte más  real donde se puede ver los defectos del otro, y ahí surge la angustia y la separación. Comienzan las ganas de querer cambiar el otro, y la frustración que conlleva  de cara a conseguir la pareja ideal.
Si existe desilusión es porque de alguna manera se construyó una ilusión del otro.

No somos dos, sino seis
Esto tiene que ver con la pareja y su relación con sus familias de origen o políticas, es decir, dos figuras reales que son la pareja, más el padre y la madre de cada uno como figuras identificatorias.
Afecta a la fluidez de la relación porque las creencias, valores y modelos se basan en el modelo recibido de la propia familia de origen. Cuanto mayor sea la diferencia, mayor será el conflicto.
Lo importante es transformar esas diferencias en complementariedades, que son la base de ser una pareja.

Acercarse y alejarse
La interacción en la pareja se basa de una excesiva dependencia. El que ofrece apoyo comienza a asfixiarse y a tomar distancia, y el más desvalido se siente rechazado y comienza a atosigarlo, que a su vez genera más distancia.
Es el juego del “gato y el ratón” donde indica una falta de compromiso que necesita una relación de pareja. Se vive la relación afectiva como asfixiante, y se tiende a huir de la relación, mientras que el otro cuanto más de trata de acercarse más de aleja.

El amo y el esclavo
Hay una figura que se establece como vencedora, y la otra como vencida, la que va generando rabia que, tarde o temprano, descargará en una forma de venganza: “¿te acuerdas cuando te dije?”, “es que siempre te tengo que decir todo”, etc…
Tampoco hay espacio para las críticas, que se convierten en descalificaciones que van subiendo de tonalidad y pueden llegar a convertirse en agresiones verbales con riesgo de terminar en un caos de violencia física.
Se meten en disputas que terminan en escaladas de agresión mutuas, igual que en la película de la “Guerra de los Roses”.
El problema en la pareja es que se confunde competir con compartir, en vez de encontrar una respuesta reflexiva sobre lo que el otro nos ha dicho, se inicia una pelea donde ninguno se escucha, sino que se ataca.

El juego de los supuestos
Los supuestos son comunes en la comunicación entre las personas, por la creencia que se conoce al otro, y se da por sentado lo que el otro quiere expresar mediante un gesto, palabra, o actitud, “como ya te conozco, sé lo que vas a decir, pensar, sentir, etc”.
Suponer lo que el otro dice y no preguntar directamente, hace que se vayan generando malas interpretaciones, y empieza un conflicto que crece como una bola de nieve. El problema está en que las respuestas a partir de las suposiciones.
Lo importante es que la pareja logre comunicarse especificando lo que trataron de transmitir. Una simple pregunta puede aclarar cualquier error de interpretación y evitar futuros malentendidos.

La triangulación de los celos
Puede ocurrir cuando uno de los miembros de la pareja se siente celoso/a e inseguro/a  fantasea que el otro miembro centra su atención en otra persona. Empieza a  “perseguirle, acosarle y a controlarle”. Un retraso en la llegada a casa puede ser el detonante de una catástrofe amorosa.
La situación se repite a lo largo del tiempo, la persona “controlada” se siente tan oprimida en la relación que empieza a buscar momentos de “oxigenación”. Esto hace que la persona que controla esté segura de la fantasía de que le están engañando.
En una pareja, el celoso se siente inseguro, tiene miedo de ser abandonado. En cambio, una persona con la autoestima saludable no piensa que su compañero/a pueda enamorarse de otro/a.
Quizás este es el juego más peligroso. El objeto de celos puede ser real o fantaseado, o bien ser un grupo de amigos, la televisión, deporte, etc.
El problema es que de las desvalorizaciones y reproches mutuos pueden terminar construyendo un círculo vicioso, y un día a la persona acusada de infidelidad, alguien le diga algo agradable, se le pueden iluminar los ojos, “alguien le ha dicho algo agradable sin descalificarlo”  y ser en comienzo de una infidelidad real que se originó en una fantasía.

(Basado en “siete juegos de incomunicación entre parejas” de M.Ceberio)

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