Los genitales femeninos son un gran desconocido desde el punto de vista erógeno (que no reproductivo). Se podría argumentar que este desconocimiento mayor de los genitales femeninos (o sus zonas más erógenas) se debe en parte a la ubicación de los mismos (más ocultos que los masculinos), pero lo cierto es que se debe principalmente a factores educativos. Cuando se habla de “anatomía sexual” se suele hacerse referencia a la anatomía genital, sobre todo a la anatomía genital reproductiva (órganos internos). Pero insistiremos en la idea de que todo el cuerpo es erógeno, no sólo los genitales. Todo el cuerpo tiene que ver con la sexualidad, y es fuente potencial de placer.
Es importante que cada mujer conozca su propia geografía sensual, reconozca todas y cada una de sus partes. Debido a la educación recibida a nivel erótico y también a nivel genital, muchas mujeres desconocen su propia anatomía erógena. A las mujeres se les enseña a comportarse como “bellas durmientes” a nivel erótico (y, por cierto, también a otros niveles). Se presiona y se educa a la mujer, de forma más o menos directa, para que asuma que su erótica no existe (o no tiene sentido) si no es en función de una pareja. Por ejemplo, se le enseña que no debe mirarse los genitales, ni tocarlos, ni explorarlos de ninguna manera, ya que cuando llegue el hombre adecuado y el momento adecuado, ya se encargará él de hacerlo.
Muchas veces el silencio y la ignorancia que existen alrededor de los genitales femeninos, en los hombres y también en las mujeres, es realmente sorprendente. Mujeres con varios hijos ignoran por dónde orinan, o piensan que orinan por la vagina. Mujeres que llevan años manteniendo relaciones coitales con su pareja, ignoran dónde está su clítoris. Muchas mujeres afirman que sus genitales son feos, a pesar de que NUNCA los han observado en un espejo. Otras piensan que sus labios menores son deformes, porque jamás han visto otros o los han mirado con detenimiento. Estos casos son frecuentes en mujeres adultas y también en jóvenes.
Un punto a tener en cuenta por las mujeres en el caso de las parejas heterosexuales es que la mujer no puede esperar que el hombre sepa o aprenda a estimularla y acariciarla correctamente, cuando ella misma ignora cómo hacerlo. Es responsabilidad de la mujer explorar y descubrir su propio cuerpo, aprender a acariciarlo, y comprender su funcionamiento (zonas sensibles, formas de alcanzar el orgasmo, ritmos biológicos, regla, etcétera). Al igual que es responsabilidad del hombre conocer el suyo propio.
Esto hará posible que disfrute su erótica por sí misma o sí mismo, y también en compañía. Por ello, vamos a dedicar unas líneas a hablar de la anatomía erógena genital en la mujer.
Podemos observar en la ilustración los genitales externos femeninos, el conjunto de los cuales se denomina “Vulva”. En la vulva apreciamos distintas partes:
Pubis o monte de Venus: El pubis es la parte inferior del vientre, que forma un triángulo entre las piernas. En los adultos y adultas, el pubis está cubierto de vello. Es una zona carnosa y blanda, debido a la abundancia de tejido adiposo.
Labios mayores: Con las piernas abiertas, la mujer puede advertir entre ellas un área cubierta de vello y ligeramente adiposa (como el pubis). Estos son los labios mayores. En la mayoría de las mujeres son de un color ligeramente más oscuro que el resto de la piel, como el escroto de los hombres.
Si se colocan los dedos encima de los labios mayores, rodeando el introito vaginal por ambos lados, y se ejerce una suave presión el efecto puede ser muy excitante para muchas mujeres. Esto se debe a que bajo los labios mayores se encuentran los bulbos vestibulares, dos bultos de tejido eréctil que representan un papel muy importante en la estimulación erótica, en la excitación y el orgasmo.
Labios menores o ninfas: son unos pliegues muy suaves desprovistos de vello que se encuentran rodeados por los labios mayores, y que se tornan más oscuros y se hinchan durante los periodos de excitación erótica. Al contrario que ocurre con los labios mayores, las ninfas carecen de grasa y de vello. Los labios menores son el equivalente (desde el punto de vista del desarrollo embrionario) a la piel del pene masculino. Al igual que los labios mayores, los labios menores son muy sensibles a las caricias.
Perineo o periné: entre el ano y la parte inferior de los labios menores hay un área muy pequeña y extremadamente sensible: es el perineo. En esta zona las caricias con algo de presión suelen ser muy estimulantes para muchas mujeres.
Ano y zona circundante: la hendidura que encontramos entre las nalgas es enormemente sensible. Así mismo, el área que rodea el ano es muy receptiva y su caricia produce sensaciones que algunas mujeres encuentran muy placenteras.
El canal anal es una zona erógena por excelencia tanto en hombres como en mujeres, no obstante su estimulación requiere lubricación y una lenta preparación (y por supuesto, para ser disfrutadas estas caricias deben ser deseadas)
Clítoris: el clítoris es sin duda el punto más excitante, el más exquisito, el de mayor potencial para el placer de la anatomía femenina. La única función del clítoris es proporcionar placer a su dueña, y no hay otra parte del cuerpo, ni en el hombre, ni en la mujer, que tenga únicamente este cometido. Sólo el clítoris.
En la ilustración podemos ver su localización, en el lugar en que se unen los labios menores. Sin embargo, esto que es perceptible a la vista, y que se suele denominar “clítoris”, es sólo la punta de un complejo sistema mucho más amplio, y parte del cual no está a la vista. Este conjunto de estructuras, que se denominan 'complejo clitoral', constituyen un conjunto funcional del que hablaremos detenidamente en el próximo artículo.
María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga.
Asociación www.lasexologia.com
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