Los varones -fruto de su anatomía- tienen un funcionamiento sexual más complicado que las mujeres, que los hace más proclives a padecer diferentes perturbaciones en su respuesta sexual.
La respuesta sexual -en ambos sexos- tiene tres fases: el deseo, la excitación y el orgasmo.
El deseo es un apetito que surge espontáneamente ante determinados estímulos externos y ante determinados estímulos internos como las fantasías sexuales.
La excitación consiste en el aumento paulatino de la tensión sexual, acompañada de sensaciones placenteras y de cambios corporales generales y genitales (taquicardia, respiración entrecortada, enrojecimiento, etc.). El orgasmo es el momento de culminación de las sensaciones placenteras.
Fisiológicamente es un reflejo: en la respuesta sexual masculina, ante un estímulo adecuado en el polo sensitivo (glande del pene), responde el polo motor contrayendo los músculos genitales y determinando la eyaculación.
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