En 2005, Gert Holstege, de la Universidad de Groninga, luego de haber estudiado mediante escaneo cerebral a hombres y mujeres en el momento del orgasmo, llegó a la conclusión de que las mujeres no registran ninguna actividad emocional en ese instante.
Tal descubrimiento provocó verdadero asombro en los científicos al detectar que en ese momento amplias zonas del cerebro femenino tenían su actividad disminuida.
Las investigaciones sobre la sexualidad humana se iniciaron en la segunda década del siglo pasado, luego de descubrirse los estrógenos y la testosterona.
El orgasmo y el placer sexual no dependen sólo de las glándulas sino también de distintas influencias sobre el sistema nervioso y el cerebro, que son las que controlan la producción de hormonas y los órganos sexuales.
Los científicos creían que al producirse el orgasmo se activarían ciertas zonas del cerebro, pero al contrario, algunas regiones cerebrales permanecían paralizadas durante el climax.
La importancia del contacto físico y del estado anímico también es diferente en mujeres y hombres.
La razón quizás sea evolutiva y tenga que ver con la función reproductiva del varón, que puede eyacular con el simple contacto físico mientras que en la mujer el aspecto psíquico tiene más importancia.
Una mujer alcanza el climax con mayor facilidad si tiene confianza en su pareja y si se siente protegida.
El orgasmo en la mujer, desde el punto de vista biológico tendría la función de ayudar al semen a llegar a la matriz y favorecer la fecundación a través de las contracciones rítmicas musculares que se producen durante el climax femenino.
El orgasmo clitoriano fue considerado por Freud como una forma inmadura de satisfacción sexual, sin embargo, estudios recientes han puesto en duda esa teoría.
En 2005, Helen O'Connell, de la Universidad de Melbourne, descubrió que el tejido clitoriano continúa hasta ocho centímetros dentro de la vagina, de manera que durante el coito también es excitado por la estimulación vaginal.
Parece entonces no haber razones suficientes para distinguir entre orgasmo vaginal y clitoriano; sin embargo, Beverly Whipple y Barry R. Komisaruk, de la Universidad de Rutgers, en 2002, encontraron pruebas sobre esta diferenciación al descubrir que ambos orgasmos, clitoriano y vaginal, se transmiten por medio de diferentes vías nerviosas.
La ruta del orgasmo vaginal es directa al cerebro, a través del nervio vago, en cambio la senda del climax clitoriano pasa por la médula espinal antes de llegar al cerebro.
Esta hipótesis se constató mediante tomografías de emisión de positrones realizadas a cinco mujeres con parálisis debido a la sección transversal de la médula espinal, que no afectaba el nervio vago.
Esta observación de la actividad cerebral confirmó los hallazgos y en estas mujeres se comprobó un incremento de la actividad en el sistema límbico, que es el lugar del cerebro donde se elaboran las emociones.
Algunas de estas mujeres pueden experimentar orgasmos al acariciarles otras partes del cuerpo, como si la sensibilidad del clítoris también la tuvieran otras zonas.
La forma en que camina una mujer puede revelar su capacidad para experimentar un orgasmo vaginal, según investigaciones realizadas por Aurelie Nicolas, de la Universidad de Lovaina.
Los indicadores que permitían esta deducción fueron la longitud del paso y la movilidad de la columna vertebral, o sea el movimiento de la cadera.
Podría haber una razón biológica para que ello ocurra ya que algunas teorías psicológicas relacionan los trastornos funcionales sexuales con bloqueos musculares.
Aurelie Nicholas sostiene que la relajación muscular y los ejercicios respiratorios y de movimiento, pueden mejorar los trastornos del orgasmo femenino.
Fuente: “Mente y Cerebro”, Investigación y Ciencia, “Orgasmo y Cerebro”, Elisabeth Stachura, No.44/2010.
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