Paulina Galindo Kiessling:
Psicóloga de la Universidad de San Sebastian.
Pedro y Antonieta asistieron durante cuatro meses a psicoterapia. Una vez a la semana acudían a la consulta de un psicólogo, periodo en el cual comprendieron que no serían capaces de vivir por el resto de su existencia con las insatisfacciones que les generaba el estar juntos. ¿Un fracaso? No, en la medida que ambos se dieron cuenta de las dificultades, adoptaron una decisión y fueron capaces de llevar a la práctica esta opción. En palabras simples, tomaron las riendas de su vida.
En una sociedad altamente demandante, no es extraño que las parejas vivan situaciones complejas en que sientan que ya no vale la pena continuar.
Paulina Galindo Kiessling, psicóloga y coordinadora académica de Psicología de la Universidad San Sebastián, dice que por un asunto sociocultural, por lo general, son las mujeres las que en mayor proporción piden ayuda profesional. Eso ocurre porque se sienten más sobreexigidas, debido a que cumplen diversos roles como trabajadoras, madres, esposas y dueñas de casas.
A pesar de los cambios sociales, el machismo continúa imperando en las relaciones de pareja, por ende, ellas siguen percibiendo una carga extra de trabajo. “Pero en este punto es importante desmitificar aquello de lo justo e injusto en las relaciones. Lo que pasa es que muchas mujeres llegan a la consulta diciendo que es injusta la situación que viven, pero las relaciones nunca son totalmente equitativas y la clave es aceptar esas diferencias”.
REQUISITO: ESTAR DE ACUERDO
En cuanto a la psicoterapia, Paulina recalca que el éxito no implica necesariamente que la pareja continúe unida. En muchos casos el proceso sirve para que se den cuenta de que deben tomar caminos separados. La experta puntualiza que una psicoterapia, dependiendo del motivo de consulta, puede extenderse por unas 12 sesiones, una o dos veces a la semana. En el caso de aquellas convencionales, duran unas 20 sesiones, lo que se traduce a seis meses e incluso un año.
Para iniciar una psicoterapia, dice la psicóloga de la USS, lo primero es que ambos visualicen que existe un problema. Sucede muchas veces que aquello que genera insatisfacción en un miembro, no es motivo de inquietud para el otro. Lo segundo básico es que ambos estén de acuerdo en comenzar una psicoterapia.
DIÁLOGO PREVIO
La psicóloga plantea que en la actualidad resulta común escuchar a las personas comentar que “la única solución es realizar una terapia”, como una forma de solucionar los problemas. De esta manera, esperan del exterior el equilibrio, sin existir previamente un análisis y una búsqueda de las razones de conflicto, lo que en un inicio podría reflejar las dificultades en el estilo comunicacional.
Recomienda, antes de pedir ayuda profesional, escuchar al otro, realmente prestando atención, lo que “resulta en sí un proceso terapéutico, ya que las personas se sienten validadas en sus sentimientos, lo que permite una importante descarga emocional”.
Agrega que proteger la diada conyugal también es relevante, ya que lo común, en función del poco tiempo para generar actividades fuera del trabajo, es que todas las actividades sean en función y con los hijos. Sin embargo, el salir solos genera espacios de involucramiento emocional preponderantes para el proceso de la intimidad, confianza y sentimiento de trabajo en equipo.
“El generar espacios de diálogos que permitan comunicar de forma explícita qué tarea le corresponde desarrollar a cada uno, también es una estrategia eficiente, ya que son indicadores de acuerdos y negociaciones a las que han llegado a partir de las diferentes conversaciones y no son resultado de situaciones autoimpuestas o impuestas por el otro, lo que favorece la visión de equidad dentro de la pareja”, puntualiza.
PROBLEMAS MÁS FRECUENTES
Infidelidades, problemas económicos, falta de empatía, desacuerdos en la crianza de los hijos y suma y sigue. Los problemas de pareja son diversos y responden a distintas causas.
Paulina Galindo comenta que hablar de pareja y sus problemas “es ingresar a un mundo de múltiples variables que incluyen entre otros el tipo de comunicación existente, expectativas, frustraciones y gratificaciones previas, proyecciones e ideales como elementos constitutivos de una relación sana, sin olvidar claramente el sentimiento que los une”.
Plantea que los conflictos más frecuentes son aquellos que “se relacionan con el poder, la intimidad y la sexualidad, los cuales se enmarcan dentro de las creencias personales de que es lo correcto, pero en el que también influyen factores socioculturales que indican cuáles son los parámetros esperables dentro de una relación”.
Un aspecto clave es el poder y éste se vincula con la percepción “de cuánta responsabilidad se asume dentro de la pareja, lo cual abarca desde el cuidado de los hijos, hasta la organización de las finanzas”.
Debido a lo anterior, “lo habitual es que quienes perciban tener mayor poder dentro de la pareja, sentirán que también tienen derecho a mayores beneficios y la posibilidad de realizar más exigencias, ya que son ellos quienes tienen mayor responsabilidad, por lo que deben ser recompensados”. Un mal comienzo, si quiere solucionar sus problemas de pareja.
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