sábado, 24 de mayo de 2014

Reorientación sexual: ¿se puede dejar de ser gay?



El pasado 4 de febrero, Escocia se convirtió en el decimoséptimo país en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y mientras este gran paso hacia el progreso es justamente celebrado alrededor del mundo, por otro lado, también hay quienes desde distintas partes del globo, hacen notar su desacuerdo. Desde vergonzosas campañas en contra de la homosexualidad a crueles y cobardes ataques neonazis a homosexuales en países como Rusia, incluyendo, entre otras cosas, “terapias” o “tratamientos” tan disparatados como los que aseguran que “las personas pueden dejar de ser gay”. La cuestión es simple, si de provocar revuelta y controversia se trata, hablemos de la terapia de reorientación sexual, sus polos y como siempre, lo que podemos asegurar desde las ciencias.

Crueldad y discriminación: la “terapia de reorientación sexual”


La llamada terapia de reorientación sexual prácticamente polariza a las sociedades de forma inmediata: por un lado están los fundamentalistas religiosos (quienes inventaron este tratamiento) asegurando que la homosexualidad es una opción que puede revertirse abrazando la religión, por el otro están quienes creen que no sólo no se trata de algo que se pueda revertir, tratar o “que deba tratarse”, sino que aseguran que lógicamente, no es más que algo cruel, desmoralizante e ineficaz.

También conocida como “terapia reparativa” o “terapia de conversión”, se trata de una serie de métodos que buscan la modificación de la orientación sexual de personas bisexuales y homosexuales para eliminar o aminorar sus deseos y comportamientos homosexuales. Para este fin, se aplica el método psiquiátrico y psicológico conocido como terapia de aversión, el psicoanálisis, la modificación y el moldeamiento del comportamiento, el consejo religioso y la oración.

Por supuesto que no existe la más mínima evidencia de que semejante cosa pueda funcionar para lograr semejante disparate de cometido y no es difícil sentir una mezcla de humor, vergüenza y molestia al leer sobre esta terapia. Sin embargo, el tema puede analizarse desde las ciencias y de esta manera, los expertos aseguran que tampoco hay que apresurarse a tomar una postura tan mesurada, puesto que si bien no existen casos registrados en los que un homosexual pueda cambiar su orientación sexual o dejar de sentir atracción por personas de su mismo sexo, es posible establecer ciertas consideraciones que, bajo otras circunstancias, podrían incidir en la orientación sexual de las personas.

Reorientación sexual, ¿qué podemos decir desde las ciencias? 

La psicóloga y profesora Heather Hoffmann, cabeza del programa de neurociencia en la Universidad de Knox en Galesburg, Illinois, asegura que hay ciertas consideraciones a tener en cuenta respecto a la forma en la que el condicionamiento, las experiencias y el aprendizaje pueden incidir directamente en los patrones de excitación sexual, jugando un rol fundamental en la orientación sexual del individuo.

Las investigaciones de la Dra. Hoffmann han demostrado cómo la excitación sexual está sujeta al llamado condicionamiento Pavloviano, al modelo estímulo-respuesta o aprendizaje por asociaciones (E-R), el método de aprendizaje asociativo que consta del emparejamiento repetido de un estímulo con otro consiguiente hasta que, por último, el primero desencadena una expectativa del segundo. En esencia, aquello que Aristóteles había llamado “Ley de contigüidad”.

Abre tu mente, luego tu boca: aprendizaje y estímulos en la apertura sexual


Hoffmann muestra en su trabajo como tanto hombres como mujeres pueden ser condicionados a excitarse sexualmente ante la exposición a un estímulo, como puede ser un aroma o un objeto, durante el aprendizaje. Al mismo tiempo, los individuos también podrían condicionarse de acuerdo a sus experiencias de vida, es decir, las vivencias que moldean la personalidad, los gustos y las preferencias sexuales de cada uno, aprendiendo y acostumbrándose a excitarse sexualmente por algo o alguien luego de tener una experiencia de tipo sexual con ese alguien o ese algo. 

Si bien, por razones más que obvias, aún no se cuenta con experiencias que puedan comprobar lo que asegura Hoffmann, sí existe amplia evidencia de cómo esto funciona en otras especies de animales, reino en el que la homosexualidad no es noticia y abundan casos bien documentados. Mencionemos por ejemplo un experimento reciente desarrollado con codornices macho a los que se les alteraron las hormonas para que otros codornices macho vírgenes pudieran practicar el coito con estos. Luego de la experiencia de aprendizaje natural de los codornices macho vírgenes, se constató que de hecho muchos de estos optaron por el coito con otros machos, lo cual demuestra que muchos fueron efectivamente orientados sexualmente a través del aprendizaje. No obstante, la atracción hacia las hembras no desapareció, o sea que lo que ocurrió fue la apertura sexual, es decir que hubo una ampliación en el abanico de fuentes de estimulación sexual. 

La mayor plasticidad erótica de las mujeres


Por otro lado, la Dra. Lisa Diamond, profesora de psicología de la Universidad de Utah, se refiere también a la cuestión en su libro Sexual fluidity, en donde tras 10 años de investigación, demuestra también cómo las mujeres tienen una mayor plasticidad erótica y como su sexualidad puede ser moldeada por influencias culturales o alterada por experiencias ya sean positivas o negativas con el sexo opuesto. La Dra. Diamond señala que la fluidez sexual femenina se desarrolla con mayor facilidad que la masculina, pudiendo surgir la estimulación que da lugar a la excitación sexual tanto desde una fuente masculina como femenina, por ejemplo mediante imágenes tanto de hombres como de mujeres, mientras que esto no es tan común en el sexo masculino. 

La mayor plasticidad erótica de las féminas puede explicar el registro existente de mujeres con más éxito en la adaptación a la heterosexualidad luego de la apertura bisexual u homosexual que en el caso de los hombres. Sin embargo, en ambos casos, la reorientación sexual nunca ocurre en sí, el individuo no cambia su preferencia sexual: la expande. Sobre las investigaciones de la Dra. Diamond, Hoffmann menciona que la fluidez sexual es más bien como una ampliación de su patrón de atracción en lugar de la eliminación de su patrón original y si bien los hombres tienen esta capacidad, parece ser más prominente entre las mujeres. 

Homosexualidad, predisposición y genética 




Finalmente, como lo vimos cuando te enseñé aquella publicación acerca de los mitos sobre la homosexualidad derrumbados científicamente, sorprendentemente, hay una cuota de genética que puede incidir: desde la exposición hormonal en el útero a diferencias fisiológicas a nivel cerebral, según se indica desde la neurociencia. Además, está el curioso caso de los gemelos idénticos (que comparten el 100% de los genes) y los gemelos fraternales (comparten el 50%), en donde la orientación sexual de cada uno siempre es la misma, ya sea heterosexual, homosexual o bisexual, ambos la comparten y puede ser un interesante indicador de cómo la genética y la sexualidad están relacionadas. 

El psicólogo Gerulf Rieger, de la Universidad de Cornell, asegura que efectivamente, la genética no determina completamente la sexualidad de una persona al momento de su nacimiento, pero que sí influye en el desarrollo desde el útero, lo cual acompañado por la formación, las experiencias tempranas y los primeros estímulos sexuales del individuo, sí será incidente en la orientación sexual del sujeto especialmente durante la pubertad. Lee Beckstead, psicólogo de la Universidad de Utah, menciona que si bien la influencia genética no puede ser completamente alterada, tiene sus dudas respecto a los demás factores y se necesita más información para determinar si los factores prenatales que pueden incidir en la orientación sexual se pueden modificar o no. 

Conclusión: 

En conclusión, aunque no se necesita aclarar mucho que con oraciones no se puede cambiar a un sujeto, no sabemos si una combinación del condicionamiento Pavloniano, la manipulación de los procesos de aprendizaje y la alteración hormonal podría aplicarse a una persona para cambiar a gusto su orientación sexual y direccionarlo a tener un comportamiento y un modo de vida heterosexual. Personalmente, la primera pregunta que me surge es ¿por qué diantres alguien querría hacer semejante cosa? ¿Por qué intentar cambiar la orientación sexual con la que se siente a gusto? 

Sin dudas, esta es una cuestión meramente cultural en la cual factores políticos, ideológicos, sociales y especialmente religiosos tienen una inmensa y triste influencia. Para la comunidad científica, esto ni siquiera es algo que valga la pena estudiar: no necesitamos desarrollar una terapia para reorientar las preferencias sexuales de las personas. 

No hay estudios científicos al respecto porque no necesitamos respuestas, no necesitamos encontrar la solución a un problema que no existe.


Articulo escrito por: Fernando Pino
Publicado en: Ojo Científico

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