viernes, 27 de abril de 2012

Sexualidad y cultura

Con el ensayo "Anthropology Rediscovers Sex" la antropóloga S. Lindenbaum afirma que, con honrosas excepciones, la disciplina antropológica había sido incapaz de enfrentarse a las sorprendente diversidad sexual humana. Efectivamente, desde Malinowski hasta hasta el último tercio del siglo XX, el ensayo de Lindenbaum se publica en 1991, la sexualidad se construye al margen de la antropología.
El ensayo navega desde el paradigma del influjo cultural a la construcción social y cultural de la sexualidad lo que implica una mayor autonomía de la dimensión cultural y, lo más importante, un cambio fundamental de énfasis de lo universal a lo particular, no se trata de una apuesta por grandes teorizaciones sino de las singularidades de una sociedad concreta.
De un modo antropológico, todas las culturas crean con el fin de modelar la organización social, procesos sociales y políticos diversos, que establecerán lo permitido y lo prohibido. Los indicadores de restricción de la sexualidad, son muy diversos dependiendo del momento histórico y de la cultura. En virtud de tales indicadores se aceptaran, proscribirán o harán ilegales distintas conductas. De esto se puede inferir que son dos los procesos sociales que intervienen en la sexualidad:
  1. La sociedad, marca los límites de lo que es o no aceptable sexualmente, son los procesos reguladores del control corporal de los instintos.
  2. Los individuos (actores sociales), le permite abordar su propia sexualidad, son procesos reactivos, el individuo reacciona aceptando o rechazando lo que le es impuesto.
Hasta la publicación del ensayo de Lindenbaum y los trabajos de Manda Cesara la visión de la sexualidad tenía un componente biológico entreverado de una cierta visión cultural, pero en el que la biología resultaba determinante dentro de un modelo bipolar.
Pero las prácticas sexuales, con su elevada diversidad, desbordaban los límites del modelo bipolar con predominio biológico. La reproducción deja de ser el último objetivo y ya no puede establecerse como elemento diferenciador de hombre y mujeres.

Ensayo publicado por: Manuel Iriarte.

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