La mayor dificultad al evaluar las disfunciones sexuales radica en el hecho de que no existen lineas directrices aceptadas para determinar cual es el funcionamiento sexual "normal". El umbral para el funcionamiento sexual normal varia en función de la edad de la persona, la experiencia sexual previa, la disponibilidad y renovación de las parejas, y las expectativas y características estándares del contexto cultural, étnico o religioso en el que se mueve el individuo. La consecución de la excitación y el orgasmo requieren de un nivel de estimulación sexual adecuado en objetivo, intensidad y duración. El diagnóstico de un trastorno de la excitación sexual o de un trastorno orgásmico requieren por consiguiente el juicio clínico de que el individuo ha disfrutado de un nivel previo de estimulación apropiado. Ademas debe recordarse que las disfunciones sexuales ocasionales son una parte inherente de la sexualidad humana de la sexualidad humana y no indican un trastorno, a no ser que sean persistentes o recurrentes y provoquen un malestar o una dificultad notables en las relaciones interpersonales.
Una vez establecido que la disfunción sexual es clínicamente significativa, el próximo paso es determinar su etiología. Entre las posibles causas se incluyen factores psicológicos, enfermedades médicas, efectos secundarios de medicamentos y el abuso de drogas. Esta evaluación puede ser difícil, ya que muy a menudo contribuye más de una etiología a la disfunción sexual. Por ejemplo, no es raro que un varón que presenta un trastorno de la erección leve como resultado de una enfermedad médica (por ejemplo, problemas vasculares) presente problemas sexuales (por ejemplo, disminución del deseo sexual) como consecuencia psicológica. Antes de decidir que cualquier disfunción sexual esa mediada por factores psicológicos, es importante considerar la posible intervención de una enfermedad médica o una sustancia (incluyendo efectos secundarios de los medicamentos), sobre todo teniendo en cuenta que esas etiologías acostumbran a tener implicaciones terapéuticas especificas (por ejemplo, retirar la medicación responsable).
Asimismo, tambien es importante recordar que la identificación de una enfermedad médica, un tratamiento farmacológico o una droga de abuso específico no niega la importante contribución de factores psicológicos a la etiología de la disfunción. Los problemas sexuales tambien se asocian con frecuencia a diversos trastornos mentales (por ejemplo, trastornos en el estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastornos somatoformos, trastornos psicóticos). No se establece el diagnóstico adicional si los problemas sexuales se explican mejor por la presencia de un trastorno del Eje I. Por ejemplo, la disminución del deseo sexual que aparece en el contexto de un episodio depresivo mayor no debe recibir el diagnóstico separado de deseo sexual hipóactivo. Solo puede efectuarse ambos diagnósticos si la disminución del deseo sexual se considera independiente del trastorno depresivo (es decir, precede al inicio del episodio depresivo o persiste largo tiempo después que la depresión haya remitido).
Los trastornos sexuales primarios estan clasificados con arreglo al orden cronológico del ciclo de la respuesta sexual que ocupan. Los diagnósticos de deseo sexual hipóactivo y trastorno por aversión al sexo son para los problemas relacionados con la fase inicial, el deseo sexual. El trastorno de la excitación sexual en la mujer y el trastorno de la erección en el varón indican problemas relacionados con la segunda fase, la excitación sexual. El trastorno orgásmico femenino y masculino y la eyaculación precoz hacen referencia a problemas de la tercera fase, el orgasmo. No es raro que los problemas aparezcan en más de una fase del ciclo de la respuesta sexual. Puesto que las fases de este ciclo se producen de forma sucesiva, el éxito de una fase requiere generalmente del éxito en fases previas (por ejemplo, le orgasmo requiere algún nivel de excitación, el cual a su vez requiere cierto grado de deseo). No obstante, la anticipación de la recurrencia de los problemas en una fase posterior (por ejemplo, un hombre que tiene dificultades en la eyaculación) suele dar lugar a problemas en las fases previas (por ejemplo, un trastorno de la erección o disminución del deseo sexual). Por último, el árbol de decisión concluye con dos trastornos que inciden en el malestar físico relacionado con el coito: dispareunia (dolor durante el coito) y vaginismo (espasmos vaginales que interfieren con el coito).
Gracias por pasarnos esta entradas sobre el Árbol de Decisión de las Disfunciones Sexuales. Fundamentalmente es una forma de concretar las soluciones terapéuticas que se han de aplicar a los pacientes etiquetandolos mediante categorías contrastadas según ciertos criterios que son revisados cada cierto tiempo ¿no? Lo que me lleva a la conclusión de que toda enfermedad de esas que llamamos "mentales" es más bien eso, una etiqueta que se pone en función de lo que realmente se puede hacer para tratar de forma adecuada y con rigor a la gente.
ResponderEliminarSe trata de eso precisamente Javier, veo que recuerdas la conversación que tuvimos en el chat sobre los criterios diagnósticos del DSM IV. Decir que estas mentalmente "enfermo" sin aplicar una categoría DSM IV o CIE 10 es decir realmente poco por no decir que no has dicho nada. Clasificar es organizar la realidad para entenderla y poder tratarla. Nos da un camino sobre el que poder trabajar y si se tercia equivocarnos para después ver en que nos hemos equivocado. Ese es sin duda el gran mérito del DSM o el CIE, puede ser revisado y lo esta siendo porque de hecho el DSM V va a cambiar bastantes cosas pero aun esta en proceso de elaboración.
ResponderEliminarEl tema de las disfunciones sexuales es paradigmático de lo que decimos. Podemos extraponer una de nuestros prejuicios o de nuestras fobias al tema de la "enfermedad sexual" pero el árbol de decisión se centra sobre todo en las fases de la respuesta sexual humana o sea donde se ha de intervenir para poder tener un efecto que se pueda definir y cualificar.